miércoles, 5 de diciembre de 2007

LA VIDA EN ROSA

- Capítulo 1 -INSOMNIO

Me meo. El crío mamando como un descosido y yo aguantándome con las
piernas bien juntitas… Manolo ronca. ¡Ay!, no, perdón, respira fuerte. Tampoco
le podría pedir ayuda porque mamar es cosa de mujeres. ¡Viva el feminismo y
la madre que lo parió! Encima de la mesita de noche tengo el libro Cómo llegar
a ser una madre perfecta. Lo compré en el Carrefour, doce euros, una ganga.
Por ese precio, ¿quién no va a ser una madre perfecta? Cada noche me
empollo un capitulillo. Yo quiero ser una madre moderna, quiero saberlo todo,
todo, todo... Antes los niños nacían como el trigo...¡a mogollón! Te diré... mi
padre eran nueve hermanos y mi madre seis. Como para ir con pamplinas... Mi
padre me explicó que se le murió un hermano y nadie se preguntó qué es lo
que había pasado. Los pueblos eran así...Parece ser que se le cayó de la cama
a la abuela... Lo enterraron a la mañana siguiente y a los nueve meses ya
había otro en su misma cunita... ¡qué bestias! En cambio si yo he traído a mi
Fernandito a este mundo es para darle lo mejor de mí. Y por eso ya me ves
empollando como una loca, a pesar de que no he sido nunca de muchos
libros... pero la causa se lo merece. Lo sé todo sobre el peso ideal, la talla, la
alimentación, los primeros cuidados...¡menuda soy yo cuando me pongo! Pero,
mira, por mucho que leo y leo todavía no he encontrado nada sobre cómo
contener el pipí mientras mi “mamoncete” me come toda.
¡Cómo ronca esta noche Manolo! Y eso que se ha acostado cabreado…
Bueno, a lo mejor es por eso. Se estará vengando, el muy rencoroso. A mí,
desde que tuve a este canijo, como que se me han cortado las ganas de follar.
No sé si será por la escabechina que me hicieron ahí abajo, por la lactancia o
por qué extraño misterio, pero la verdad más verdadera es que no tengo ni
“mijita” de ganas de chingar. Vaya, que se me pone Brad Pitt en “gayumbos” y
pinta de gasolinero en medio del desierto, y le invito a una paella antes que
irme al catre con él. Manolo va todo el día con la escopeta cargada. Desde que
se despierta y me lo noto en el culo como si fuera una mancha de inflar
bicicletas, hasta que se acuesta y se tiene que poner boca abajo para que el
pijama no le haga una tienda de campaña. Y cuanto más quiere él, menos
quiero yo; y cuanto más me retiro yo, más se acerca él. Creo que se me está
acabando la lista de excusas: la cabeza, las cervicales, un “mareíto”, una
pérdida… Que si me duelen los puntos, que si el tiempo, que si levántate que el
niño llora... Y temo que se líe la de San Quintín si le digo la verdad, porque los
tíos son muy cerriles y se creen que si no quieres echarte un polvo es que ya
no los quieres y de un ladrillo hacen un castillo, que me los conozco, sobre todo
al paranoias que ronca a mi lado. Total, que aquí me tienes más seca que la
mojama y él más cabreado que una mona. A veces me entra un poco de
miedo, porque como está comprobado que los hombres tienen el cerebro en el
mismo sitio que mean, si sigue la sequía igual se busca un recambio… ¡que
todo puede ser! ¡Torres más altas han caído! Supongo que primero se
conformará con unas pajillas, pero luego quién te dice a ti que... ¡Él mismo! Si
encuentra a otra ¡que le vaya bonito!, que una tiene sus recursos… Y aunque
ahora los tengo algo caídos, con una mano de chapa y pintura, me pongo en el
mercado y... ¡a vender fruta! Manolito, yo no te quiero amenazar, pero ¡ tú
mismo! Ahora toca sequía y los pantanos están bajos. Qué quieres que te diga,
cuando vuelvan las lluvias te hartas, pero ahora es lo que hay... Y si no te
puedes aguantar, pues apechuga con las consecuencias ¿vale? Y, oye...¡¡deja
de roncar, coño!!
En estas noches de insomnio empiezas por La Coruña y acabas en
Córdoba. ¡Ay! ¡Cómo tengo la azotea! Se me cruzan los cables de vez en
cuando y temo que un día me pegue un cortocircuito del copón… Será que el
niño me chupa y me chupa y la única neurona que tengo me la está dejando
para el arrastre. Por cierto...¡mano de santo, sí, señora! Mientras pensaba en
mis problemas sexuales con Manolo, se me ha ido el santo al cielo, y para que
veas, se me han cortado en seco las ganas de mear.
Fernandito se ha quedado dormido, pero no suelta la teta ni que lo maten.
Parece esa caja de efectos retardados que tienen los bancos: tengo que
esperar que haga el clic y que él se despegue sólo, porque como yo estire… el
muy....sensible, coge una barraquera que los vecinos se tienen que poner
tapones. Porque no sé si Dios le dará talento, pero con los pulmones el altísimo
ha sido generoso. Ya verás, cuando este canijo se separe seguro que me
tengo que tomar una manzanilla o una pastilla para dormir de las que me dio mi
cuñada Pepa. Las infusiones de hierbas ya casi no me hacen efecto porque
para mí que el cuerpo se está acostumbrando a tanto vegetal. El problema de
la pastillita es que me pone en órbita rápido y al cuarto de hora estoy como un
tronco, pero luego mañana necesito la banda de música de Utrera para
despertarme. Y tengo miedo que el niño me llore y yo esté traspuesta.
¡Lo que faltaba! ¡Una puñetera mosca dando vueltas por la habitación! Se
pondrá en la nariz del Fernandito y me lo despertará, como si lo viera… Mira
que soy pesimista, siempre pensando que pasará lo peor… Pero lo peor es que
pasa. Me acuerdo del primer día que cogí el coche después de sacarme el
carné. ¡Madre mía! ¡qué espectáculo! De película de Alfredo Landa. Mi padre,
en el asiento del copiloto, pegándome más broncas que el profesor de la
autoescuela. Mi madre, detrás, celebrando mi éxito pero con más miedo que
vergüenza, avisándome que los semáforos cambian de ámbar a rojo muy
rápido… ¡como si yo fuese daltónica o retrasada mental! Mi hermana Fefi, que
entonces era una “criaja”, callada, pero toqueteando los vidrios, las manetas,
los respaldos y todo lo que pudiera hacer ruido, para ponerme nerviosa… ¡Uffff!
¡Qué estrés! Cuando me subí a aquel Ford Fiesta nuevo, color mierda, ya lo
pensé -¡Este coche no acaba el día sin un bollo!-. Supongo que cuando uno
piensa que le va a pasar algo malo, sin querer, empuja y empuja hasta que
pasa. Fui a sacar el morro en la salida de un ceda el paso y me lo afeitaron sin
espuma. Y ahora, ¿a qué viene esto? Pues yo que sé… que una se aburre a
estas horas de la madrugada y le da por pensar tonterías.
La mosca está ahora en el culo de Manolo… ¿a que no se ha limpiado
bien? Seguro que se ha metido en el lavabo con el Marca y leyendo las vueltas
que le ha sacado el Alonso al alemán ése… ¿cómo se llama? No me saldrá...
Sí, ése que tiene cara de “chupa-chup”... El Schutaker o Schumacher… Bueno,
a lo que íbamos. Se le habrá ido el santo al cielo y, al final, el palomino
estampado en los calzoncillos de flores, que si lo engancha Dalí hace un
cuadro y se forra. Las moscas deben de ser sordas, porque si no se enteran de
los ronquidos de mi Manolo es que la trompa de Eustaquio la tienen de adorno.
Las tres y cuarto y sereno. Y mañana a las nueve tengo que estar en la
peluquería como un clavo, porque la Juani me ha dicho que vaya la primera. Es
que si no luego pierdo toda la mañana… Como la Juani no se dé prisa me veo
a Fernandito como un “chuki” diabólico y yo con los rulos puestos y la teta
fuera. ¡Menuda foto! ¡Para ponerla en un calendario guarro de esos de los
mecánicos! Y todavía me falta comprar las medias… El domingo voy de boda y
aún no he tenido tiempo de comprármelas. Y además, me ha sentado como un
tiro gastarme doscientos euros en el vestido. Ha sido un despilfarro, porque
espero adelgazar en cuanto este “mamoncete” me deje un poco libre y pueda
marcarme unos abdominales como Dios manda en el gimnasio del barrio. ¡Me
cago en todo! ¡Pero es que los vestidos de la talla de antes del embarazo no
me entraban ni con calzador! Anda que no jode eso, y más cuando la
dependienta te pregunta la talla y tú, queriéndote hacer la valiente, le pides la
que crees que te iría bien, y te metes en el probador y pareces una bomba…
¡Ni conteniendo la respiración te cabe aquello! Como te descuides explotan las
chichas y descoses el vestido. Y tienes que salir del probador con carita
despistada y, “por lo bajini”, como si le estuvieras pidiendo condones, le pides
una talla más a la dependienta. ¡Qué quieres! ¡La vida de las pos parturientas
es muy dura! La gente se cree que es una bicoca, pero los destrozos ¿quien
los arregla? Aquí no hay seguro que se haga responsable. ¡Oye!, lo que se me
podría quedar son estas “tetorras” que tengo ahora… La Pamela Anderson
¡una amateur a mi lado! Si me llegaran al verano iba a ser la conmoción de la
playa. Y lo que podría bajarse por arte de magia son los michelines… ¿Por qué
los benditos churumbeles no podrían mamar toda la grasa que nos han dejado
en el embarazo? Ellos crecen tan felices y nosotras menguamos tan contentas.
Con tantas cosas que inventan... La mejor manera de adelgazar es irme el
domingo de boda. ¡Olé! ¡La dieta del bodorrio! Todavía tengo que tener en
alguna muela restos de la última a la que fui, la de mi amiga Conchi. ¡Y eso
que hace más de un año! ¡Qué derroche, señores!
Y el domingo se casa mi prima Lolita. Anda que no ha tenido suerte la
condenada, porque con treinta y cinco tacos y más bien “feucha” ha encontrado
un mirlo blanco de narices. Damián, el novio, no es que sea ningún galán de
cine, pero tiene duros, perdón, euros, para parar un trailer. Empezó vendiendo
pisos en una inmobiliaria y poco a poco se fue poniendo por su cuenta y ahora
es todo un empresario del ladrillo. Se conocieron por internet, por el “chat” ese.
Hay quien dice que eso de ligar por internet es un timo. ¡Que se lo digan a
Lolita! No se había comido un rosco antes de ponerse delante de un teclado y
con el jodido ordenador se le aparecieron la Virgen y todos los apóstoles.
¡Hostia! ¡El mamón se ha soltado! ¡Aleluya! Ahora mucho cuidadito, es el
momento de la verdad. -Duérmete niño, duérmete ya, que si no te duermes,
vendrá el lobo y te comerá-. Hay que ponerlo en la cunita con todo el “cuidadín”
del mundo. Un movimiento en falso y la fiera se despertará. Y tendré que volver
a repetir la operación desde el principio… y a las tres y media de la madrugada
¡da un gusto volver a empezar! Despacito, suavecito y ¡pum!, ya está en su
cunita. ¡Uff! Ya pasó todo… ¡Qué dura es la vida de una madre que amamanta!
Además del bombo, del parto y de los puntos, de las almorranas, de los mareos
y de la depresión posparto, luego vienen las noches en vela dando de mamar.
¡Yo dimito! En los cursillos de preparación al parto venga bendecir las ventajas
de la leche materna, pero nadie te explica lo de las noches en vela. ¡Eso es
trampa!
¡Ufff! ¡Qué “gustirrinín”! ¡El chorrito me sale como si nada! Después de una
hora de esperar ha llegado el momento de soltar las compuertas. Me lavo mis
manitas y... ¿Ahora qué? ¡Tengo los ojos como platos! Es lo malo… ¿Me hago
un “colacao” o me acuesto a probar? Pito, pito gorgorito… Oye, qué quieres
que te diga, un “colacao” no le sienta mal a nadie. Me voy para la cocina y allí
me lo preparo. ¡Jo!, le he dicho al Manolo que recogiera la cocina mientras
bañaba a Fernandito y lo único que ha hecho ha sido dejar los platos en el
fregadero… ¡Qué cabrito! ¡La ley del mínimo esfuerzo! Y encima me tengo que
callar, porque empezará con el rollo de que está destrozado de todo el día
repartiendo congelados y que yo, como estoy en casa, pues... pues... ¡Que me
cambiaba por él! Y aunque tuviera que aguantar alguna bronca de algún cliente
pesado o me tuviera que levantar a las siete, o tuviera que aguantar las colas
en la carretera, al menos estaría en el mundo. Que un niño pequeño hace que
te metas en una burbuja y te aísles de todo. Estoy pensando que un “colacao”
sin una magdalena no es un “colacao”. Es que mientras que le dé el pecho al
Fernandito no puedo privarme de nada, porque tengo que comer por dos…
¡Vaya chollo! Todo sea por el gran mamón…
Ya son las cuatro y sereno. Le tendré que poner una pila al reloj de la cocina
que aún marca las doce. ¿Y mañana que haré de comer? Como el domingo
nos vamos de boda no he comprado mucho para el fin de semana, pero creo
que tengo albóndigas congeladas… Pues eso, albóndigas, ensalada, y listos.
Que si me paso la mañana en la peluquería tampoco dará tiempo de hacer
mucha cosa más…
Me voy a la cama, dormir será otra cosa. Con la leche caliente en el
estómago y con la magdalena que me he cascado, creo que tarde o temprano
caeré. ¡¡Me cago en la leche!! ¡Ya me he pegado en la espinilla con la punta de
la cama! Por no dar la luz y despertar al mamón y al puñetero roncón, pues al
final me he fastidiado yo… ¡Y tengo las dos espinillas más moradas que la
semana santa! Y el Manolo que no para de roncar… ¡Esto es insoportable! Lo
voy a menear porque está boca arriba y esto no hay quien lo aguante, coño…
¡Que hasta se mueven los barrotes de la cama!
No sé si empezar a contar ovejitas. ¿Dará resultado? ¿Y si cuento
cabras…? No, mejor, cabrones… ¡Cómo te pasas, Puri! ¡Tienes un humor que
ya te vale! Venga… preparados… listos… ¡ya! Empiezo por Bush: a ese me lo
veo haciendo trampa y en vez de saltar la valla se la pasa por debajo. Yo
siempre he visto en los tebeos que cuando alguien sueña con ovejitas las
pintan saltando una valla. Pues ¡venga George!, no seas más cabrón de lo que
eres y ¡salta la valla! Como si estuvieras haciendo “footing” en ese rancho que
tienes para las vacaciones, que yo te he visto llegar en un pedazo de
helicóptero… ¡Me cago en todo! ¿Quién ha invitado a éste? ¡Míralo!, mi primer
novio, el Félix. ¡Coño! ¡Vaya patas de gallo que le han salido! La edad no
perdona ni en los sueños… ¡Cómo has cambiado! ¡Y para peor! El muy... me
las hizo sufrir bien. Era celoso de cojones, no me dejaba ni a sol ni a sombra.
Menos mal que le pude dar esquinazo... Bueno, ya que ha venido… ¡Salta
Félix, salta! ¡Hostia! ¡Ahora viene mi jefe! Don Alfonso, ¡sí señor!, con su puro y
todo… Pero ¡¿Cómo va a saltar la valla si pesa cerca de ciento veinte kilos?!
Sí, súbete a los travesaños, que como cedan tendré que llamar a los bomberos
para que te remolquen… Siempre con mi nombre en los labios. -Puri, ¿me
puedes ir a buscar un café, por favor?-, educado como nadie, pero cabrón un
rato... -Puri, ¿me puedes pasar a ordenador esta carta para los proveedores de
Valencia? Ya sé que es la hora de irte, pero es que es muy urgente-. De horas
extras ni rastro en los tres años que llevo en la oficina, pero si llego tarde, ya lo
ves señalando al reloj con cara bien seria... -Puri, ¿puedes llamar al Club de
Campo y decirles que no llegaré a la hora porque se me ha alargado una
reunión importante?-. Y el muy cabrón, mientras, dándose el lote con la
Gertrudis, la otra secretaria, que le hace cada informe por debajo de la mesa
que seguro que su mujer tiene problemas para salir de casa sin tocar con el
marco de la puerta. -Puri, ¿cómo vamos a poder pasar sin ti mientras estés de
baja por maternidad?... Puri, si algún día te necesito te podré llamar, ¿no?...
Puri, vuelve pronto, eres un pilar en esta oficina. Vuelve en cuanto puedas, te
necesitamos-… ¡Mentiroso, más que mentiroso! Sólo quiere exprimirme como
un limón... ¡Venga! ¡Pasa para delante con el Bush y con el Félix! Pero ¿mira
quién viene ahora? La cuarta, ¡mi suegra! Menos mal que Manolo ronca,
porque si me leyera el pensamiento... Es muy buena mujer, eso se lo digo a
todo el mundo, pero si la secuestraran, que no me pidan rescate. Me marca a
base de bien. -¿Por qué no compras en el Mercadona en vez del Caprabo?...
¿Por qué utilizas esta marca de jabón?... ¿Por qué no le haces a Manolo las
judías con chorizo que tanto le gustan?... ¿Por qué no le pones esta ropita a
Fernandito?-… Por qué y por qué y por qué... ¡porque no me da la gana,
señora! ¡Me salta la valla y punto! ¡Uff! me parece que al final me voy a tener
que levantar a por la pastillita de la Pepa porque el “jueguecito” de las ovejitas
aún me está despertando más. ¡Como me vuelva a dar en la espinilla me cago
en todo lo que verdeguea!
Ahora que lo estoy viendo, el comedor necesita una mano de pintura. Este
verano el Manolín le va a dar a la brocha. Y tanto que si. Le compro su pintura
y me lo pinta como que me llamo Puri. Me quedan dos pastillas nada más.
Bueno, ahora una… A ver si me acuerdo y me compro otra cajita porque esto
del insomnio no tiene pinta de mejorar. Venga, me voy corre que te corre para
la cama a ver si me hace efecto, que a lo mucho tirar voy a dormir cuatro o
cinco horitas. ¡Cómo te ha cambiado la vida muchacha! Desde aquellos
tiempos de soltera que venía tu madre a las dos de la tarde a tirarte de las
sábanas después de una noche de juerga, a dormir cuatro o cinco horas...
¡Vivir para ver! Vigila con la espinilla, que te señalas. Menos mal, ya he pasado
el primer viraje de la habitación y sin novedad. Ahora es cuestión de meterse
en la piltra y dejarse llevar por la modorra que te da la pastillita, poquito a poco,
relajando músculos… ¡Uff! ¡Qué gusto! Me cojo mi almohada y se acabó.
Puri, duerme tranquila, tu mundo está en paz. Tu Fernandito y tu Manolo…
estás protegida, no hay amenazas, duérmete, descansa. Hoy igual que
mañana, y mañana igual que pasado. La vida te sonríe por la carita de tu hijo y
por un marido que te quiere. Te necesitan, los necesitas.
- Capítulo 2 -
CICLÓN BIANCA
-¡¡Viva los novios!! -grita un voceras desde el fondo del salón nupcial.
-¡Que se besen, que se besen!- replica mi tía Gertrudis desde el otro lado.
Los novios, tímidos pero complacientes, miran a sus padres como
pidiéndoles permiso y, unos segundos después, se dan un casto besito en los
labios. ¡Serán farfollas! Con los tacos que tienen y jugando a ser
adolescentes… ¡Les daba un “collejón”...!
-¡¡Un beso de tornillo!!- vuelve a gritar un cuarentón, con una corbata de
flores horrorosa, desde una mesa del fondo.
Un espectáculo para cagarse. Propongo que alguien se invente algo nuevo
porque el repertorio de gritos en las bodas está pasado de moda.
Mientras observo tanto “friqui” suelto, voy traqueteando el coche de
Fernandito intentando que se quede roque. Con el rollito de la mamadita el muy
puñetero me ha dejado casi sin aperitivo… Echo un vistazo a la fauna y flora de
los invitados. A algunos ya los he saludado en la iglesia y en la entrada del
restaurante, pero otros, sobre todo los de la familia del novio, “nastic de
plastic”. La novia va “supersencilla”, demasiado para mi gusto. No es por
criticar, pero no se ha estirado demasiado en el traje. Si mi marido tuviese la
fuerza fondo que tiene el suyo me habría hecho un traje con billetes de dólar.
De maquillaje, también el justito. ¡Nos ha salido modesta la niña! Y en
peluquería tampoco se ha arruinado... Las novias de hoy en día ya no son lo
que eran.
Manolo está explicándole a mi primo Javier, el hermano de la novia, las
penas de ser repartidor de congelados en el siglo XXI. El chaval es bastante
apocado. No tiene conversación y su personalidad es pariente del cero, o sea,
que no para de asentir con la cabeza. Todo lo que le diga mi marido le parece
bien. Javier es un chollo, nunca te lleva la contraria. Es el tío más fácil de
convencer que conozco… supongo que por eso se quedó con la pánfila de
Mercedes, que es como él pero en versión femenina. ¡Vaya dos descafeinados
de sobre con sacarina! Siempre tiene el comentario exacto para agradar a la
persona con la que habla. Me dan ganas de cabrearme con él, de insultarlo, de
decirle “perro judío”, de sacarlo de quicio… Por verlo fuera de sí, pagaría.
-¡¡Viva los padres del novio!!- renace el de la corbata floreada.
-¡¡Qué se besen también!!- le responde la Gertrudis.
¡Qué pesaditos! Le han cogido el gusto a los gritos… parecen ingleses
“borrachuzos” animando a su equipo favorito. Claro, como la primera vez les ha
salido bien, pues a seguir dándole sustos a la peña con la petición de
besuqueo a todo “quisqui”... El de la corbata tiene a la gorda de su mujer más
contenta que unas pascuas. Es todo mofletes. Está orgullosa de ser la pareja
del animador del cotarro. En su mesa están todos los comensales apretados
porque ella ocupa casi dos sitios y medio. Normal, ya ha repetido de merluza…
¡Pues no te digo nada cuando lleguemos a los postres!
A mi lado, Teresa, la hermana de Javier y Lolita, está peleándose con sus
dos hijos que son más malos que la peste. Seguro que le gustaría echarse
unos cotilleos conmigo, poner verde a media familia… Pero es que a la que se
descuida vuelcan una copa o le pegan un “servilletaza” al primo Javier, les tiran
migas de pan a los camareros o se pegan patadas por debajo de la mesa.
Espero que Fernandito me salga más civilizado porque si no, lo doy en
adopción… ¡Yo no aguanto ese martirio! Casi no podemos ni saludarnos.
Cuando me estaba celebrando a Fernandito, el mayor ha arañado al pequeño a
traición y lo ha dejado señalado. ¡Qué cabrito! Bronca tras bronca. Su madre
está afónica de llamarles la atención, pero a ellos les entra por la izquierda y
les sale por la derecha. Estoy rodeada… ¡Qué aburrimiento! Entre los gritos de
Teresa a los niños salvajes y Manolo explicándole a Javier, que le escucha
como un pasmarote, que el Madrid juega con un 4-4-2… aquí estoy; aburridita,
aburridita.
¡Me cago en la mar! ¿Quién es el “pibón” que entra ahora? Vestida de
leopardo a una boda… y la tía ni corta ni perezosa se cruza todo el salón
nupcial, como si desfilara en la pasarela Cibeles, para saludar a la novia. ¡Qué
bemoles! Nos refriega a todos que ella no se ha chupado los calores de la
iglesia y que viene a fardar de tetas postizas. ¡Vaya lingotazo de silicona que le
han pegado a la muñequita! Cuando las tetas desafían a la gravedad y apuntan
al norte llueva o ventee, es por algo. Manolo, Manolo… no me babosees como
el resto de machotes de la sala. Manolo… deja de mirarle el culo que te pongo
a vender cupones en dos minutos porque te clavo el tenedor en esos ojitos que
Dios te dio. Le da un beso a la Lolita y se viene para mi mesa.
-¡Hola, Puri! ¿No me reconoces?
Tierra trágame. Me da un aire, pero me ha pillado de pleno. Esa cara, esa
cara... Yo a esta tía la conozco, ¿pero de qué...?
-¡Blanca! ¡Pero qué cambiazo! Si no pareces la misma...- le suelto, aunque
no creo tenerlas todas conmigo.
-Bianca, ahora me hago llamar Bianca. Es más glamoroso. Blanca era un
poco vulgar y ahora me muevo en un mundo “superfashion”.
-Pues, ¡no se hable más! Bianca... Bianca...
Intentaba recordar a marchas forzadas su apellido y aunque lo tenía en la
punta de la lengua se resistía.
-Bianca Pérez González… Fashion, ¡sí señor!
-No sufras, el apellido está “demodé”. Solo se utiliza que para rellenar la
declaración de la renta.
-Joder, vaya mano de chapa y pintura que te has dado- le afirmo con
mucha, pero que mucha envidia.
Blanca, perdón, Bianca era una chica del barrio. Iba al mismo cole que mi
prima Lolita, pero nos encontrábamos en la calle. Recuerdo que se acojonaba
viva cuando jugábamos a la “güija” en un solar abandonado de delante de mi
casa. Era más bien rolliza y su madre, testigo de Jehová, la llevaba vestida
todo lo hortera que se podía. Sus calcetines eran famosos en el barrio. Bueno,
habían traspasado fronteras… yo creo que eran la comidilla de media ciudad.
Falda roja, calcetines marrones... falda blanca, calcetines marrones... falda
beige, calcetines marrones…. Yo pensé que era el uniforme de la familia
porque su madre los llevaba igual. Mi prima Lolita había seguido la relación con
ella puesto que trabajaron juntas como cajeras en el Carrefour. ¡Vaya
cambiazo! Si me pinchan no me sacan sangre… ¡Cómo estaba la muy...
Bianca! No me pude reprimir y le toqué las tetas.
-¡Hostia Puri! ¿No me habrás salido bollera?- me lanza sorprendida por el
toqueteo.
-Éstas no son tuyas…- le suelto desafiante.
-¡Y tanto que son mías! Coño, que me han costado mis buenos euros como
para que sean ahora de otra. Oye, ¿y ése…?
-¿Ése? Mi niño, Fernando.
En vez de tocarle las tetas se las tenía que haber retorcido hasta ponerlas
en hora. Pero qué forma de preguntar, como si fuese un ovni o un hurón, que
es lo último que se lleva en animales de compañía. Bianca, pero... ¿quién
mierda te crees? Porque te operes las tetas, porque estés más buena que el
caviar iraní, porque vengas vestida de leopardo o porque no tengas ni un
gramo de grasa en todo tu “body”, no eres nadie para utilizar el despectivo
“ése”. Te tendré que enseñar un poco de educación porque creo que se te
olvidó con el cambio de nombre. Anda que no hay opciones más educadas…
Como “¿quién es esa ricura de niño?”“¿quién es el bombón ése que asoma
por ahí?” “¿cómo has podido traer a este mundo a una cosa tan dulce y
tierna?” Elige la que te dé la gana, pero es la última vez que llamas a mi
Fernandito “ése”, porque ¡te pego una leche que te enseño de golpe toda la
educación que te hace falta, gilipollas! ¡“Barbie”, más que “Barbie”!
-¿Nos presentas?
-¿Estás “chocha” o qué? Fernandito tiene seis meses...
Vaya metedura de pata. Me pongo más colorada que un cesto de fresas de
Lepe al ver que dirige la mirada a mi derecha, donde está Manolo, con cara de
carnero degollado, pidiendo a gritos conocer a la “zorrona” del leopardo. Hace
tiempo que cumplió los seis meses el Manolín. ¡Será baboso! ¿No estaba
hablando con Javier de Zidane y de su puñetera madre? A la que ha olido la
silicona ya está como animal en celo.
-Manolo, mi marido. Blanca Pérez, una amiga de la infancia.
-Bianca, llámame Bianca, Manolo.
¡Si se darán un par de besos delante de mis morritos! Bianquita, Bianquita,
se me están inflando las gónadas y liaré una zapatiesta de celos aquí en medio
que se van a quedar cortos los gritos del de la corbata y de la tía Gertrudis.
-Oye, ¿y qué tal te va la vida?- me pregunta distraída Bianca mientras otra
vez al de la corbata le ha dado por pedir besuqueo a los novios.
-Pues mira, ahora de vaca lechera. Como a mi Fernandito le gusta más el
chupeteo que a un tonto una tiza, me tiene toda absorbida. ¿Con la silicona no
se puede dar el pecho, verdad?- le tiro a la yugular.
-Ni idea, pero no entra en mis planes tener un “bebito”. Si acaso lo adopto,
que está “superdemoda”. Un negrito o una chinita, eso sí. Pero nueve meses
de embarazo, y luego ser una teta con patas… ¡Ni hablar, para nada! Ahora
estoy en un momento de mi vida que no puedo parar, me lo ha dicho mi
terapeuta sentimental. Tengo que vivir el día y el ahora.
-¿En qué trabajas, Bianca?
Justo cuando iba a responder, el discjockey pone Paquito el chocolatero a
todo trapo y aparecen de nuevo los camareros que parece que vayan a hacer
el cambio de guardia en Londres. Llevan las bandejas de cordero tan alineadas
que se nota que los gachones han hecho la mili. Uno, de tanto mirarle el
canalillo a la Bianca, se desvía de la fila. Cuando quiere corregir la dirección
zarandea la bandeja de tal forma que un par de trozos de carne van a parar al
majadero de la corbata. Al principio, al voceras no le hace ni puñetera gracia,
pero cuando ve que todos los compañeros de mesa están desternillados de
risa se da cuenta que lo mejor es rentabilizar el episodio y seguir siendo el
protagonista de la fiesta. No se le ocurre otra cosa al descerebrado que coger
uno de los trozos de cordero que le han caído encima y lanzarlo a otra mesa. El
acabose… En lugar de levantarse alguna persona decente, clavarle cuatro
guantazos merecidos y arrancarle la corbata de flores para que aprenda a
comportarse, pues que si quieres arroz catalina. Otro tan fantasma como él
lanza el cordero sin remilgos a otra mesa y, venga, ya tenemos espectáculo…
El trozo de carne viajero es la distracción de los invitados. ¡Qué bochornazo!
-Luego hablamos, que veo que el cordero se lo come mi traje de leopardo-
me dice Bianca intentando hacer un chiste fácil, para después sentarse en una
mesa en la que quedaba un sitio libre.
-Vaya amiguitas que te gastas, Puri. ¿Por qué no la invitas a casa?-
pregunta Manolo, todavía “baboseante”.
-¿Para qué? ¿Para que vea como te tiras pedos sin parar? – le replico
mosqueada.
No me ha hecho ni puta gracia el reencuentro con Bianca. Jode ver como
prospera la gente, es la pura verdad. Por mucho que le cacareemos a todo el
mundo que nos alegramos de los éxitos de los demás… ¡un huevo! Somos
envidiosos por naturaleza y, cuando alguien prospera, en el fondo nos refriega
por la cara nuestro fracaso. De todas formas, el que no se consuela es porque
no quiere. Por ejemplo: llegará un día que se le acabará el físico y el glamour,
reflexionará, y echará en falta los valores de una familia y de la vida sencilla, y
de comerse un bocadillo de jamón serrano viendo Ghost en “Telecinco”. En la
vida, no todo son focos, ni silicona… ¡Uff! ¡Qué obsesión que me ha dado! ¡Ni
que una servidora fuera una tabla de “windsurf”! Un poco caiditas, pues sí; una
más grande que la otra, pues también. Pero... ¡una noventa y cinco no la tiene
cualquiera! A lo que iba, que en la vida no todo es gimnasio y fiestas, polvos y
porros, dinero fácil y vacaciones… No, en la vida hay malos olores, pelos en las
orejas y en la nariz, broncas por quién friega los platos, aprietos para llegar a
final de mes, vecinos que se fisgonean, sudor rancio y ¡hasta suegra!
¡Una mierda!, ¡una mierda! y, si me faltaba, ¡otra mierda! Que me da una
envidia la muy guarra que no me puedo aguantar. Que se me van los ojos
hacia su mesa para comprobar el cambiazo que ha metido la Blanquita: de la
niña mofletuda que chillaba como una posesa mientras jugaba a la “güija” con
los calcetines marrones, no queda ni los pelos de las pestañas… La muy hija
de Jehová se ha transformado por arte de magia en un “pibón leopardero” que
ha dejado al mismísimo Manolo medio ciego de tanto mirarla… Tengo que
chafardear. Me quiero enterar de lo que le ha pasado a esta tía… ¿A ver si va a
ser una “pilingui” de lujo? Las mujeres siempre nos imaginamos lo mejor:
cuando una colega triunfa, pensamos que se lo ha ganado con el “chocho” en
lugar de con el cerebro. Me fijo en el cinturón de “Dior” que estrangula la
cinturita del leopardo… ¡Que “pijaza”! ¡Vaya cinturita de avispa que tiene la
jodida! Y yo con uno comprado en el Carrefour… ¡Hortera, más que hortera!
Vale que aunque me pusiese ahora el de “Dior”, seria como poner un jarrón
chino en la casa del pueblo de mi abuela, pero los dientes ya me rozan el
suelo. Si ha hecho la pasta “pilingueando” tiene que ser una geisha de esas.
Por cierto, ¿y dónde está Jehová? A ver si la revista aquella que vendían…
¿cómo era? ¡Ah sí!, Atalaya, es la que le ha proporcionado las tetas de
plástico. Los caminos del Señor son inescrutables, pero a ver si a Jehová le
gustaban bien rellenitas…
El cordero se me está atravesando. Entre la visita de Blanca, Manolo que le
está dando al Rioja y sigue con los comentarios “machistoides”, y Fernandito
que ha empezado a llorar, me parece que voy a pasar de este plato. Y encima
tengo a los novios de frente y les tengo que soltar una mirada cómplice cada
diez minutos… Y un saludito imbécil a mis tíos, que seguro que están tan
serios porque están calculando los gastos del bodorrio. El novio está cargado
de pasta, pero mi tío Ignacio, el padre de Lolita, es muy orgulloso y seguro que
se ha ofrecido a pagar la dote de su hija. Y aunque luego renegará por detrás,
por delante se habrá hecho el “Rockefeller”. Bueno, cordero no quiero, pero la
salsita es otra cosa… ¡Está de vicio! Pero cualquiera la moja ahora después de
haber visto a la Blanquita... El lunes me apunto al gimnasio, hago la dieta de la
alcachofa, la del puerro y la del calabacín americano, me compro una cinta de
esas que anuncian en el teletienda y le digo a Manolo que empiece a hacer
horas extras… que para mi cumpleaños quiero una liposucción, un lifting y, si
llega, una mano de silicona. Si no me hace falta en las tetas, pues en los labios
o en los pómulos o donde se tercie. Aunque hago esfuerzos para evitarlo… la
vista no hace nada más que irse para la mesa de la Blanca para ver los
milagros que puede hacer un buen bisturí y, supongo, un buen bolsillo lleno de
billetes lilas de esos que sabemos que existen pero que no hemos visto nunca
en casa.
-Manolo, el niño se ha cagado- le anuncio a mi maridito.
-Joder, Puri, mira que eres fina…
-Te lo digo para que vayas a cambiarlo.
-No he acabado todavía el cordero. Ves tú, hazme ese favor.
-¡¡Manolo!! ¡Que vayas a cambiar al niño de una puta vez!- le pego un
vocinazo que retumba en toda la mesa y el eco se escucha en alguna de las
cercanas.
-¡Coño! Puri, no hace falta que des espectáculo... Ya voy...
Manolo se lleva el carrito, con el niño llorando a todo meter y lleno de
mierda hasta las trancas, para el jardín y lo veo por los cristales que empieza el
ceremonial del “cambia pañales”. -Este niño tendrá un padre del que se sentirá
orgulloso. Quiero compartir todas las responsabilidades al cincuenta por ciento-
. Eso me dijo el Manolo más tierno que he visto en mi vida en el hospital, lleno
de felicidad, con su chavalote recostado en su pecho y con la voz medio
quebrada por la emoción. Pues ¡venga!, éste es un buen momento para
reafirmarse en las promesas. ¿No lleva el niño el primer apellido de su padre? ,
pues ¡que se arremangue y se unte un poquito las manos de la mierda más
deliciosa que caga su primogénito! Dicen que es en los pequeños y olorosos
detalles donde se demuestra el amor por un hijo.
No aguanto más. Aprovecho para hacerle un gesto de complicidad a Blanca,
que tiene una cara de aburrida que tira para atrás, para que se siente a mi lado.
Se levanta de su mesa y atrae como un imán las miradas de todo el sector
masculino. Yo sigo pensando que la silicona tiene la culpa. No es que me
mueva la envidia, pero… ya lo decía mi abuela ¡Dos tetas tiran más que dos
carretas!
-Gracias, Puri, estoy más aburrida que un pulpo en un garaje. No conozco a
nadie y la verdad es que los veo tan vulgares que tampoco me quiero esforzar
en ser agradable.
-Oye, explica… ¿Qué es de tu vida? ¿A qué te dedicas?
La diplomacia me la paso por los sobacos. Estoy intrigada por saber de
primera mano las razones del cambio. No tengo tiempo para preámbulos y
preguntas chorras. ¡Al ataque! Blanquita, canta...
- Mi vida es un torbellino… de aquí para allá, de allá para acá…. He llegado
tarde a la boda porque he venido directamente del aeropuerto. Ayer, en Madrid;
hace tres días, en Marbella; hace dos semanas, en Miami...
¡Esta tía me está vacilando! Me ha visto cara de madraza gilipollas y ha
pensado que me tragaré el cuento de Bianca en el País de las Maravillas.
Aunque lo mismo es azafata y yo me estoy montando mis películas.
-¿En qué compañía aérea trabajas?- le suelto para ver si acierto.
-No, no, los viajes son parte de mi trabajo. Pero… no, no trabajo en ninguna
compañía aérea, aunque por el tiempo que me paso en los aviones ya podría
ser.
-Pero... ¿qué vendes o qué compras o qué es lo que haces?- tengo un
mosqueo con la tipa esta, que me está sacando de quicio.
-No es tan sencillo. Trabajo en el mundo del “famoseo”, de la prensa rosa, de
los plató de televisión… De todo un poco, picoteando de aquí y de allá. Es un
negocio en auge; cada vez nos gusta más cotillear, saber con quién se acuesta
y con quién se levanta fulanito de tal y fulanita de cual… El morbo mueve el
mundo. Cuando tú y yo éramos unas “criajas”, chafardeábamos si fulanito salía
con menganita, si se llevaban bien los padres de tal amiga o si el vecino del
cuarto era maricón o no. Ahora, con la tele, con internet, con los móviles, el
mundo es un barrio y nos interesa enterarnos de todo… Y alguien tiene que
airearlo, ordenarlo, provocarlo... Pues aquí tienes a “Bianca Productions”.
-¿Empresaria?- le pregunto, mientras la baba se me cae por litros.
-Empresaria… eso es poco. Soy una “management production”, ya te lo
explicaré cuando vengas a mi despacho.
-¿También tienes despacho?- insisto, empezándome a notar las bragas en
el suelo.
Me siento muy bobalicona con tanta preguntita. Vale que flipe en technicolor
y en tres dimensiones pero… No tengo que perder la dignidad, tengo que dar
la sensación de que yo también soy una mujer de mundo y que estas cosas no
me sorprenden.
Bianca gira la cabeza a la derecha y veo aparecer a Manolo con el carrito y
quiero entender que no tiene ganas de conversaciones absurdas, ni de hacerle
carantoñas a Fernandito. En otro momento me hubiese ofendido, pero estoy
tan fulminada por las grandiosidades de Bianca que casi lo agradezco.
-Venga, ¿cuándo quedamos? Nos tomamos un café y nos explicamos
nuestras vidas.
-Yo estoy toda la semana aquí. ¿El martes en mi despacho?- me responde
solícita.
-Es que dependo mucho del pecho. Con Fernandito...
-¿Un par de horas no puede aguantar sin mamar? ¡Vale ya con tanta teta!
Como sigas así te voy a regalar una camisa a topos blancos y negros- ríe a
carcajada llena y a mí me hace una gracia que no te puedes ni imaginar.
-Vale. ¿A las cuatro de la tarde te va bien? Es cuando se echa su
“siestecita”, y a veces está hasta tres horas... Le diré a mi suegra que me haga
el favor y se quede con el niño.
-Toma mi tarjeta, ahí viene la dirección. A las cuatro de la tarde “o’clock”.
-¿Cómo?
-En punto, “o’clock” en inglés.
-Allí estaré como un clavo.
Bianca o Blanca, se levanta y se va directamente a la mesa de los novios.
Les entrega una cajita que saca de su bolso “Dolce&Gabana”, y que se supone
que es el regalo de bodas. Por los gestos intuyo que se está excusando por no
poder quedarse más tiempo. Lolita le agradece efusivamente que haya venido
y Damián le da dos besos a modo de despedida que son la envidia de Manolo
quien, preso de la chabacanería general, hace gestos al novio para que le diga
a Bianca que pase por las mesas a repartir besos. ¡Muy bonito, Manolo, ya
hablaremos tú y yo en casa! No, si este subnormal es capaz de pedir que en
lugar de los habanos de toda la vida, los novios obsequien al personal con un
besito en las tetas de Bianca... Ya hablaremos, ya… Y lo de follar sigue como
estaba, ¡suspendido hasta nueva orden!
Bianca desaparece tal como había venido, como un vendaval, moviendo el
leopardo como nadie y con su cinturón de “Dior” que, cuando haya más
confianza y baje los cuatro quilillos que me sobran, le pediré en préstamo.
¿Por qué pasan las cosas? Es un misterio. Un día aparece alguien en tu
vida, de quien durante un montón de años no has sabido nada de nada y hoy
te la topas como si tal cosa. Vivir para ver. Blanca, Bianca...la vida de los
demás, a veces, es el espejo de la nuestra ¿Qué admiras de esa Bianca?
¿Qué tiene que a ti te falta? Te ha removido cosas por dentro. ¿Habrás perdido
el tiempo? ¿Te habrás equivocado? Tú eres tú, eres única. Por cierto, tampoco
olvides, que no es oro todo lo que reluce.


- Capítulo 3 -
CINCO MINUTOS, MIL EUROS


Luce un solecito de media tarde bastante agradable y eso ha hecho que
haya elegido un vestido estampado de flores azules y rojas. Ahora que me miro
me parece que me he pasado con el jardín Botánico... Sólo falta que alguien
me riegue y me eche abono... El autobús me ha dejado cerca de la dirección
que me dio Bianca el día de la boda. Un paseo de nada y ya me tienes
entrando en un portal de lujo. A la derecha veo a un señor con traje gris, detrás
de un mostrador, que me mira con cara de mosqueo. Será el portero.
-Vengo a…- miro la nota y continúo- “Bianca Productions”.
-Entresuelo, a la derecha del ascensor.
-Gracias.
-De nada, señora.
¿Señora? ¿Cómo que señora? ¿Dónde se lee? ¿Lo llevo escrito en la cara,
en los michelines o… dónde narices? ¡Será maricón...! Seguro que a Bianca no
le llama señora. Estoy en un “tris” de volverme y decirle que por qué me ha
llamado señora... Mierda de palabra, me ha sentado mal. He pasado de que
me llamen chica a que me llamen señora. Algo ha tenido que pasar, algo ven
los demás que yo no veo.
En una puerta de madera oscura hay una placa brillante que tiene grabado
el nombre de la empresa de Bianca. Pico una vez, nada. Vuelvo a intentarlo,
nada. Me espero unos segundos. Igual no está. ¿Se acordará? No me dio
número de móvil, ni de teléfono fijo. Me espero en el rellano sin saber qué
hacer. Me vuelvo y pico sin piedad, a lo salvaje, no vaya a ser que esté
regando las plantas en el balcón y no me escuche. Nada de nada. Me acerco a
la puerta a ver si oigo algo ¡Coño! ¡Y tanto que oigo! ¡No puede ser! A ver si
van a ser figuraciones mías… Vuelvo a pegar la oreja sin ningún disimulo. ¡Yo
diría que sí! ¡Y tanto que sí! ¡Fijo! Creo que es mejor esperar y dentro de un par
de minutos volver a insistir. No es que tenga una mente calenturienta ni mucho
menos, pero para mí que la señorita Bianca se está echando un polvo en el
despacho, el de la siesta, claro. Hay que entenderlo, los músculos se relajan y
venga, por qué privar al cuerpo de un caprichito. La muy guarra no se corta,
sigue que te sigue… Aunque tuviera una cita conmigo… Y yo esperando aquí
como una “mamporrera” de tres al cuarto. A quien se lo cuente se cree que
estoy explicándole una película de Almodóvar. Veo a Victoria Abril de Bianca
pero que ni pintada. Sin casting, no hace falta… ¡Adjudicado el papel! Me da
morbo conocer al “follante”. Por el tiempo que lleva debe de ser un buen
fichaje. Me vuelvo a arrimar a la puerta y no se oye nada. Pues pico y ya está.
Una y dos, su última oportunidad, si no, me voy por donde he venido.
-¿Qué tal Puri? ¿Has encontrado bien el despacho?- me pregunta una
Bianca nerviosa mientras me invita a pasar a su despacho.
Y yo, como si fuese una espía rusa de las películas de James Bond,
mirando a diestro y siniestro a ver si aparece en cualquier momento el macho
fornicador. Lo habrán urdido todo en el minuto después de la “jodienda”,
mientras se vestían a corre que te pillo… Seguro que Bianca le ha dicho que se
esconda y, cuando no haya moros en la costa, que se evapore sin dejar rastro.
¡Menuda soy yo para que me hagan el salto!
-¡Pasa, pasa! Está todo un poco manga por hombro- dice como si nada
Bianca, mientras recoge del suelo algunas carpetas, lápices y otros útiles de
oficina.
Por lo menos ya tengo el lugar del crimen. ¡Sí! ¡Vaya que sí! Encima de la
mesa del despacho, como en las películas porno: la hembra le enseña una
carpeta y él a la que se descuida le enseña la polla… Me veo que va a ser un
negro de esos que calzan una “pililita” de cincuenta centímetros en reposo. Yo
me tiro a la piscina, admito apuestas.
-Más que manga por hombro yo esto lo veo cadera con cadera- le digo,
mientras lanzo una sonrisa picarona que le llega al duodeno.
-O sea, que el oído lo tienes fino- me dice muy risueña.
-No hace falta tenerlo demasiado…Entre los gritos de “sigue, sigue,
sigue…” y el terremoto de la mesa, no es necesario ser Sherlock Holmes.
-Ha sido un desahogo, es que la tensión que llevo tiene que salir por algún
sitio.
-Más bien entrar, ¿no?- me ha salido un chistecito muy barato.
-Eso, eso, entrar...- a Bianca no le hace ninguna gracia, pero lo disimula
con mucha habilidad.
-Oye, ¿y el machito? ¿Lo tienes debajo de la mesa?
-¡Joder, Purita, no te cortas! ¿Qué quieres, que te lo presente y te pase su
teléfono?
- No, “guapina”, yo voy sobrada de desahogos. Con decirte que no doy
abasto... ¡Manolo es mucho Manolo!
Mañana me confieso, pero no era cuestión de quedar como una gilipollas.
Presumir de macho es una asignatura obligatoria en el currículum de cualquier
mujer. Parece que una es una pava si comparte cama con un torpe… Como
nadie va a pedir pruebas, pues se puede engañar con tranquilidad. De todas
formas, las mujeres somos la leche, lo mismo que decimos nos desdecimos…
El mismo macho que es una máquina de follar, cuando se va con otra, se
convierte en un eyaculador precoz por arte de magia. Y la hembra con la que
se ha ido le dice a todas sus amigas que es un taladro haciendo el amor, que le
salen callos cada vez que se ponen a darle a la candela. En el sexo se miente
más que se hace...lo sabré yo....
-Bueno, y ¿qué?, ¿qué tal todo?, ¿qué es de tu vida?- mientras pregunta
como despistada, oigo que se cierra la puerta de la entrada. Ya se me ha
escapado el follador sin cara ¡Mierda!
Esta tía es una cínica. Después de irrumpir en la boda de mi prima Lolita
como un huracán tropical, después de refregarme su silicona y su cuerpazo
“bombón glacé” por delante de mis morritos y de los del cochino de mi marido,
después de tenerme diez minutos esperando mientras se echa un polvo de
impresión con un negro de “pilila” de metro y medio ¡es tan cínica como para
preguntarme por mi vida! ¿Mi vida gris y monótona le interesa? ¿Es una mierda
de excusa para reponerse del traqueteo? Pues ¡vas dada Bianquita! ¡Mi orgullo
por delante!
-¡Fantástica! Un hijo te llena la vida, es una experiencia única. Dar vida es
algo muy fuerte, Blanca, perdón, Bianca. Cuando recuerdo el momento del
parto se me pone la piel de gallina. Tener en tu vientre, durante nueve meses,
algo que esperas con tanta ansiedad... No sé, es algo muy fuerte. Ver su cara
cada mañana… Quieres abrazarlo a cada minuto. Es sangre de tu sangre y eso
no se puede explicar. Es el instinto maternal que todas las mujeres llevamos
muy adentro- le suelto mientras pienso que si tu no háztelo mirar, y me deleito
en las maravillas de ser madre. -Un hijo te da equilibrio, te enseña a dejar los
egoísmos y a dedicarte a él en cuerpo y alma. No lo cambiaría por nada del
mundo.
No se esfuerza ni en disimular. Mientras le explico mi experiencia y lo que
llena la maternidad, ella garabatea en un papel como esperando que acabe de
soltarle el rollo. No se toma la molestia ni en acompañar mis reflexiones con un
movimiento solidario de cabeza, ni en mostrar sorpresa por conocer una
realidad a años luz de la suya, ni nada de nada. Resumen: le importa un huevo
mi vida. Ella está subida en una ola y todo lo demás le sobra, todo lo que no
vaya con su rollo lo desecha como un “kleenex” lleno de mocos.
-¿Y tú? Explícame este cambio de vida, chica… ¿Dónde queda la Blanca
de los calcetines marrones?
-¡Me cago en la mar salada, Puri! ¡Qué memorión! ¿Todavía te acuerdas de
mis calcetines? ¡Eran feos a rabiar! Menudo trauma me crearon los dichosos
calcetines... ¿Sabes qué es lo único que tengo claro en esta vida?- me
pregunta sin darme tiempo a responder. -Que el pasado no existe. No puedes
detenerte en él, te atrapa con sus garras. La nostalgia es la peor de las drogas.
Vales lo que eres hoy. Tampoco el mañana sirve, porque a la que te descuidas
da un “telele” y todos los planes se van derechitos a la basura. Esa es mi
religión, Puri. Lo demás son zarandajas.
-¿Y el reino de Jehová?- yo sigo con lo mío. No es que tenga mucho
armamento, pero el que tengo lo uso, ¡vaya si lo uso!
-Mis padres son unos cagados. He tardado en descubrirlo y me ha traído
mis problemas, pero está más claro que el agua. Necesitan creer en el más allá
para afrontar los miedos del más acá. No tengo relación con ellos. No aceptan
mi vida y yo tampoco la suya: empate.
-¿Y este imperio?... ¿cómo era?... “Bianca Productions”. ¿Qué fabricas?
-Fabrico morbo.
-¿El ayuntamiento te ha dado una licencia de actividades para fabricar
morbo? Eso en Marbella tiene su explicación, pero aquí....
-Tú ríete, pero la gente hoy pide, demanda, ¡exige! morbo de primera
calidad y yo se lo doy. Fabrico morbo de primera calidad.
-No sé, una panadería, una droguería... pero una tienda de morbo… es
que... ¿El morbo da para vivir?- pregunto absurdamente.
-El morbo da para vivir muy, pero que muy bien.
- Dame una pista, porque yo soy muy “garrulilla” y no acabo de entender
que es eso de vender morbo. ¿Es sexo?
-Sexo, sobre todo. No hay nada que nos provoque más que poder mirar por
un agujero a nuestros vecinos follando como locos- mientras lo dice supongo
que se acordará del revolcón de hace unos minutos- ¿Qué pasaría si una
empresa vendiera a diez euros la posibilidad de ver por un agujerito la alcoba
de los vecinos? ¡Coño! Este negocio me lo apunto, no vaya a ser que se me
adelante alguien…- dicho y hecho, coge su agenda que parece un bocadillo de
tres pisos y escribe nerviosamente cuatro palabras. -Yo trabajo para la fuente
del morbo número uno, la televisión.
-¿Trabajas para la televisión? ¿Para qué canal?- intenté de nuevo que no
se me cayera demasiada baba, pero lo de la televisión me pareció una pasada.
-Mi empresa trabaja para varios canales: “Telecinco”, “Cuatro”, “Antena 3”,
“La Sexta”, “Canal Sur”... Cualquiera que necesite morbo, y a día de hoy son
todos, porque necesitan de la publicidad. La publicidad paga a los programas
que tienen audiencias altas y eso se consigue dando a la gente su ración de
morbo.
-Bianca, me está dando morbo hablar del morbo… ¿Me quieres explicar
con palabras comprensibles, claritas, que una mujer de la calle como yo pueda
entender, qué es eso de vender morbo?
-Ahora que estás de baja por maternidad, supongo que verás más la tele,
los programitas de la mañana, los de media tarde y los de media noche...
-No te creas, el niño me absorbe mucho tiempo: la ropita, el “paseíto”...
Pero, ahora que lo dices, hay muchos ratos muertos... Es verdad que al final
me lo trago todo… Me da igual, la tele te acompaña. El silencio me da “yuyu”…
mejor sentir un ruido de fondo… A veces no le hago ni puto caso al programa
que echan, pero tengo encendida la tele y me trago lo que haya. Mi Arguiñano
al mediodía no me lo quita nadie y la telenovela de la tarde, pues tampoco. ¡Es
que engancha!
-¿No te has enganchado a ningún programa de esos en los que la gente
explica su vida? Parejas que se reconcilian en el plató, novios que se conocen
por internet, marujas que perdonan que su marido se vaya con una dominicana
que menea las caderas como ella nunca ha soñado, mujeres que no aceptan a
su nuera porque hace la tortilla de patatas mejor que ellas... Lo que sea, Puri,
espectáculo...
-¿Telebasura?- pregunto algo decepcionada.
-¡Ya estamos! Alguien le puso el nombrecito a estos programas y el resto lo
repite como loritos ¿Por qué telebasura?- pregunta Bianca indignada.
-Bianca, no me digas que no es telebasura traficar con los sentimientos…
Vender la intimidad es una basura.
-Un telediario en el que la primera imagen es un charco de sangre de unas
víctimas del terrorismo chiíta, la segunda es un plástico blanco que cubre a una
víctima de la violencia doméstica y la tercera, un fiambre con cara de pavor
víctima del tsunami de turno… ¡¿Qué es eso?! En Navidad, una “telemaratón” a
favor de los enfermos de alzehimer, de la esclerosis múltiple o de la
fibromalgia. Llegamos a una cifra de la leche y hacemos el espectáculo de la
solidaridad… Y luego a comprar como cabrones y a gastarnos lo que no está
en los escritos, ¡pero con la conciencia tranquila! ¿Y los anuncios de tráfico
para intentar que no corramos? ¿Son también “telebasura”? Enseñarnos como
se rompe el cráneo un joven y se queda en silla de ruedas por ir a 160
kilómetros, ¿es telebasura? Vendernos que con una crema determinada
tendremos el cuerpo de Miss Universo. Puri, ¿eso no es telebasura? Y el
Zapatero prometiendo que los jóvenes tendrán acceso a la vivienda si le
votan… ¿no es telebasura de la buena?
-No compares, Bianca.
-La religión, los dichosos testigos de Jehová, los católicos y los
protestantes, los de la secta del Fin del Mundo... ¿no dan telebasura desde
púlpitos y estrados respetables? Pero si la peña sigue un programita de
entrevistas sobre el corazón y el hígado de los famosos, entonces salen los
intelectuales y dicen que eso se tendría que censurar… Que en horario infantil,
no. ¡Fin a la hipocresía! ¿Por qué los programas mal llamados de telebasura
tienen índices de audiencia muy superiores a los documentales del National
Geographic?
-No sé...- respondo apabullada por el discurso moralista de Bianca.
-Muy sencillo: porque aunque sea deplorable, vergonzoso y rastrero, nos
interesa más ver por un agujerito cómo follan los vecinos, que conocer la vida
del oso hormiguero o la formación de los glaciales en el cuaternario.
-En eso tienes razón. La cultura hoy está en crisis.
-¿Qué cultura? Hoy triunfa la cultura emocional. La gente está harta de
datos, de libros infumables, de tener que estudiar trescientos años para acabar
una carrera que luego no tiene ningún futuro… Desde que los médicos
atienden las gasolineras, la gente pasa de culturilla barata. La gente quiere
sentir… frío, calor, rabia, odio, ternura… La gente se sienta delante de la
televisión y no quiere pensar, no quiere más de lo mismo, más de lo que le dan
en la oficina o en la fábrica. Quiere emocionarse y divertirse. Y no lo olvides,
somos primarios. Nos movemos por el cotilleo, por el sexo, por la comida, por
los instintos... Por eso la mal llamada telebasura triunfa, porque le da al
espectador lo que él busca delante de la pantalla, le guste a los testigos de
Jehová, al Papa o a quien coño quieras.
Con esta Bianca voy de sorpresa en sorpresa... En la boda, enfundada en
su leopardo, con las tetas “ensiliconadas”, con el cinturón de “Dior”, con su
forma de hablar, tan banal e insustancial, que me había parecido un “chocho”
descerebrado… Y ahora me estaba dando un “sermonazo” impresionante
sobre la telebasura. ¡Una verdadera caja de sorpresas! Son las cinco y sólo me
queda media horita para largarme, pero me tiene tan clavada en la silla que no
me atrevo ni a pedir un vaso de agua.
-¿Quieres trabajar para “Bianca Productions”?- me estampa a bocajarro.
-¿Cómo?- tartamudeo por la sorpresa. -¿Sin currículum? ¿Sin entrevista
personal?
-¡Gilipollas!, y ¿ahora qué estamos haciendo? No se necesita demasiado
currículo para trabajar con “Bianca Productions”. Nosotros no miramos
demasiado el pasado, nos importa un pimiento lo qué hayas hecho. Sólo nos
interesa lo que harás y si eres lo suficientemente buena para responder a los
retos que te propondremos. Como dicen los buenos “coach”, lo único que te
pedimos es entrega, dedicación y ganas de aprender. Te puedes hacer una
buena carrera en este negocio. Es cuestión de seguir al pie de la letra nuestros
consejos.
-¡Joder!, yo que me pensaba que venía a ver a una amiga de la infancia, y
a la que me descuido me encuentro una oferta de trabajo… Pero es que yo,
ahora con el niño… Si dentro de diez minutos me tendría que ir… Yo ahora....-
me ha salido un tartamudeo de lo más tonto.
-Puri, la vida sólo se vive una vez, ¡aprovéchala! Son muchas las madres
que tienen hijos como el tuyo y están ahí, en el mundo, dando caña. Y los críos
salen. No has visto cuando los tiran a la piscina sin saber nadar y manotean
para salir a flote… ¡Así es la vida! No te preocupes por tu hijo, tu marido, tus
padres o quien sea ¡Preocúpate por ti! Porque, al final, ¡el muerto al hoyo y el
vivo al bollo! Acuérdate de lo que te digo, después nadie se preocupará por ti.
Yo ya lo he experimentado en carne propia y a mí la vida no me vuelve a
engañar.
Se le llenan los ojos de lágrimas. Seguro que detrás de esa fachada de
seguridad se esconde mucho sufrimiento. Por muchas leyes que hagan los
socialistas y los populares, por muchos manifiestos de miles de feministas, por
mucho que se nos llene la boca con la igualdad de sexos… ¡todo es una
patraña! Las mujeres tenemos que apretar los dientes para salir de “chachas”
de nuestros maridos o de nuestros jefes o de quien sea. Desde aquí empiezo a
admirar a esta Bianca que tengo delante de mí. Todavía no sé mucho de ella,
pero creo que la cabrona se ha liberado del yugo. Dirige su vida, decide lo que
quiere hacer y lo que no… ¡Joder!, ¡todo lo que me hace falta a mí! Sus
palabras me están haciendo pensar… Yo me preocupo por todo el mundo: que
si el niño porque es muy pequeño, que si mi marido porque es muy despistado,
que si mi madre porque está muy mayor, que si mi suegra porque ya sabemos
como es... Sufro por todos, pero, ¡coño!, ¿quién sufre por mí? Es verdad, no
soy egoísta, me falta pensar más en mí. Es curioso que haya que tenido que
venir esta desconocida a dar luz donde no la había.
-¿Te animas?- me intenta seducir de nuevo Bianca.
-¿Qué hay que hacer?- pregunto curiosa.
-Empezaremos por lo más facilillo. ¿Te gusta el teatro?
-Mujer, de pequeña hice cuatro obrillas para final de curso y poco más…
-Hacemos más teatro del que creemos. Por ejemplo, ponte en situación:
estás en la cena de fin de año familiar, tu cuñada explicándote los problemas
que tiene con su niño mayor que no quiere estudiar y tú allí, con cara de
atención, como si te fuera la vida en ello y consolándola con cuatro topicazos
sobre adolescentes… ¡Teatro! No hace falta que te vean mil personas… si tu
cuñada no “pilla” que a ti lo que le pase al niño te suda el “chocho”, es que
eres una buena actriz.
-Visto así, pues...
-Tu maridito te pide marcha y aquella noche, pues como que no te apetece.
Y empiezas a poner una cara de muerta y a entrar en el lavabo y a hacerte la
mareada y a estirarte como si te hubiese dado un cólico nefrítico… Y aquella
noche, pues no se chinga. ¡Teatro!
-Ya, ya te sigo...- le digo recordando mi dura realidad actual.
-Pues te puedo ofrecer un papelito en un programa de televisión. Nada,
cinco minutillos y fuera. Mil euritos son tuyos, si aceptas.
- ¡Mil euros por cinco minutos! ¡Tú “flipas”, Bianca! ¿Dónde está el truco?
Venga tía, quédate con otra…
-No me quiero quedar contigo, te lo juro por Snoopy... Venga, la semana
que viene en los “Estudios Conti”, en la carretera de Esplugas.
-No corras… ¿Qué tengo que hacer? Tendré que pensármelo… Te llamo y
te lo digo- me hago un lío con la lengua, no sé qué me pasa…
-¿Sí o no? No te rajes, Purita.
Me ha puesto en apuros la muy guarra. Mil euros por cinco minutos. Un
polvo no creo que sea, ¡ni que fuera Elsa Petaky! Pero algo muy limpio
tampoco, a las cajeras del Dia les pagan a doce euros la hora… ¡Mil euros!,
¡qué pasada! Ganar lo que Manolín en tres semanas, en cinco minutillos de
nada.
-No me rajo, pero me tendrás que explicar en qué consiste el trabajillo.
Confío en ti, pero esto es un atraco a mano armada. Me pones la miel en los
labios y no me dices lo que tengo que hacer. Mil euros no te los dan en ningún
sitio por nada… muy raro lo de los cinco minutos… Venga, déjate de morbos
raros y explícame lo que tengo que hacer.
-Yo no te he dicho que sean por nada. Es un trabajo, no lo olvides. Serás
una invitada en el programa “Cita con Pamela” que se emitirá a partir de la
semana que viene en “Telecinco”, creo que a las siete de la tarde…
-¿”Cita con Pamela”?- pregunto extrañada, porque no me suena.
-No lo has visto porque el jueves que viene se graba el primer programa.
-¿Salir en la televisión? Bianca, yo creo que tú “flipas”. ¿Tú me has mirado
bien?
-¿Te empiezas a rajar, Purita?
No, para nada… Ya ves, ¿por qué estar cagada?, ¿por salir en televisión?
¡Vaya chorrada! Tú no sabes con quién te juegas las habichuelas Bianquita del
amor hermoso… Esto es como ir al dentista o comprar pepinillos en el
supermercado. La verdad es que soy muy aprensiva, se me sube la bilirrubina
por un tema que no tiene la más mínima importancia. Trabajos como éste los
hay a patadas en cualquier ETT del planeta. Salir en un programa de
televisión… Total, que te vean tres o cuatro millones de personas, cinco
minutillos y listos.
-Al grano, Bianca. ¿Y qué hago yo en “Cita con Pamela”?
-Pues teatro, ya te lo he dicho. Es el típico programa donde hay una
presentadora que habla con sus invitados que van desfilando por el plató
explicando sus vidas.
-¿Tengo que explicar mi vida? ¿En cinco minutos? Coño, Bianca, si que me
supones una vida insulsa…
-No vas a explicar tu vida, vas a explicar una vida.
-Joder, Bianca, llevas una tardecita de misterio que me estás poniendo de
los nervios…
-Perdona que te sea sincera, pero tu vida no le importa una mierda a nadie.
-Gracias- tanta sinceridad me empieza a reventar.
-Hay miles, millones de “Puris” en España, en Europa y en Singapur. Yo no
conecto la televisión para que me expliquen algo que veo cada día. Quiero algo
raro, morboso… ¿te acuerdas?, es la palabra clave. Cuando me siento delante
de la caja tonta quiero ver algo que me produzca pena, rabia, lástima,
sorpresa… lo que sea. Algo que me conmueva. Algo que escandalice a la
abuelita de setenta años, que le haga pensar que este mundo es una versión
de Sodoma y Gomorra, que al ama de casa que acaba de preparar el bocadillo
de chorizo para su adolescente que está pegado al ordenador las veinticuatro
horas del día, se le caiga el aceite después de escucharte. Que piense que
aquella vecina rara que vive al lado suyo puede tener el mismo problema que
tú estás explicando. O que la chica que vuelve de la oficina y pone los pies
encima del sofá y que está hasta los cojones de aguantar las cabronadas de su
jefe, se quede de pasta de boniato con lo que expliques. Que encuentre
consuelo a sus problemas y se dé cuenta de que si ella lo pasa mal, pues hay
gente que muchísimo peor. Parece una chorrada, pero aquello de mal de
muchos consuelo de tontos, es una verdad como la catedral de Burgos. ¿Me
sigues?
-¿Tengo que mentir?
-No sé… ¿tienes una vida secreta que encaje con lo que te acabo de
proponer?
-Pues no- respondo dándome cuenta de lo “cazurra” que soy y de que no
entiendo nada a la primera.
-Tengo dos vidas posibles. Elige: te violaba tu hermano borracho o tu padre
te abandonó de pequeña y aparece veinte años después arrepentido hasta la
médula.
-¡Bingo! No tengo ni hermano ni padre. Mi hermano nunca ha existido. Ya
sabes que sólo tengo a mi hermana Fefi, que muy marimacho no la veo... Y mi
padre murió hace cinco años.
-¿Y?
-¿Cómo que “y”?
-¡Teatro, Puri, teatro!
-¿Que me estás queriendo decir? ¿Que todos los que salen en estos
programas son actores?
-Hay de todo, pero muchos son actores “amateurs”, o gente como tú. Es un
trabajo como otro cualquiera… Sigue la ley de la oferta y la demanda. O es
verdad o es creíble. Nadie va a ir a verificar tu libro de familia para comprobar
que en lugar de Fefi pone Francisco. ¿Cuánta gente te conoce?
-Mujer, pues...
-¿Quinientas, mil, mil quinientas personas? ¿Tú crees que van a colapsar
las centralitas del programa para denunciar que eres una impostora? ¿Y ante
quién van a testificar? Si el programa es el que busca las historias y los
actores… Digamos que es una mentira piadosa...La mentira dura, lo que dura
el programa. Después cada uno a su triste realidad.
-Pero... claro... mi marido, la gente que me conoce, mis amigas... ¡mi
suegra! ¡A mi madre le da un soponcio!
Estoy hablando como si hubiera aceptado el trabajo. ¡Qué absurda! Déjalo,
es una locura. Esta tía te está embaucando como a una quinceañera, con su
leopardo y su silicona y sus aires de grandeza. Como si el mundo fuera de
color de rosa y yo fuera la princesa Leticia. De un día para otro con una cuenta
corriente que ¡ni el presidente del Banco de España! Vete a darle la teta a
Fernandito y olvídate de ella, que te traerá problemas. Quien mucho abarca
poco aprieta, que los refranes no engañan.
-Eso es lo que te pagamos. Las molestias que te pueda causar el teatrillo.
Pero respóndeme a una pregunta: ¿quién de todos los que has citado a vote
pronto estarán viendo la televisión a esa hora si tú no les avisas? ¿Cuántos de
tus amigos, aunque te vean por la televisión, te reconocerán? Algunos te verán
y al día siguiente te llamarán para decirte que una persona clavada a ti el día
anterior salió en un programa. Cuando tú te rías y le quites importancia, seguro
que se creerán la historia de que todos tenemos un doble al que no
conocemos. Puri, hazme caso… ¡un chollo! Pruébalo. No te quedes con las
ganas, no te va a pasar nada. Tendrás mil euritos en tu cuenta al día siguiente
y seguro que te caen esos tres o cuatro caprichos que no te puedes permitir y
que se harán realidad gracias a cinco minutos.
Me encuentro igual que el día que me ofrecieron mi primer porro en la
discoteca. Mi mejor amiga diciéndome que no me pasaría nada, que por una
caladita no me iba a morir… y el peta a dos centímetros de mis dedos. Y la
imagen de mis padres, en la cocina de casa, pegándome el sermón sobre las
drogas, inmovilizándome la mano para que no lo pudiera coger. Y mi amiga
amenazándome con ser una cagada y con difundirlo por ahí, con las
consecuencias que eso me podía acarrear. Y mi padre en la puerta de mi casa
olisqueándome para comprobar que estaba limpia de todo mal. ¡Qué mal rollo!
-Piensa que de los cinco minutos que dure tu intervención te pasarás casi
dos llorando. Te puedo enseñar algún truquillo para que te caigan unos
lagrimones que te corran el rimel y des una pena de la hostia. Y mientras,
balbuceas cuatro cositas de cómo abusaba tu hermano de ti y de por qué lo
has desvelado ahora... Oye, se me ocurre que mejor lo matamos ahora
mismito y es más fácil. Eso... ¡ya está! Lo explicas ahora que ha muerto. Antes
le tenías tanto miedo que no eras capaz... Cambio de guión y punto. ¿Ves qué
fácil?
¡Esto de la televisión es acojonante! En dos minutos me aparece un
hermano, en otros dos se muere y a la que me descuide tengo una
videoconferencia con él desde el cielo, o mejor, por lo que presuntamente ha
hecho, desde el infierno. ¡Que siga la ruleta! Me voy a pedir ser la hija secreta
de Marilyn Monroe o un pariente lejano de Pinochet. Es cuestión de que alguna
mente calenturienta como la de Bianca, me encuentre acomodo en cualquier
programa con déficit de invitados y ¡a engrosar la cuenta de mil euros en mil
euros! Y le pego una patada en el culo a mi jefe y me subo en el carro del euro
hasta que la muerte nos separe.
-¿Cuento contigo, vale?
-Joder, Bianca, que esto no es como comprarse una chaqueta… Se lo
tengo que consultar a Manolo y me lo tengo que pensar.
-No hay tiempo. El programa es el jueves que viene y tienen que cerrar a
los invitados. Piensa que te estoy haciendo un favor, no sé si darás la talla-
esta tía quiere que me cague en su padre. ¿Qué quiere decir que no doy la
talla? ¿Me ha llamado gorda?- Es un riesgo que asumo con gusto porque eres
mi amiga, pero...
-Es que no sé, me has pillado en fuera de juego. Ahora me tengo que ir,
tengo al crío con mi suegra y le debe tocar teta dentro de poquito -miro
instintivamente el reloj y el cabrón se ha desbocado. ¡Las seis y media!-
¡Uuyyy, me voy, me voy, pobre Fernandito!
-Bueno, pues vale, olvídalo, lo dejamos, no te preocupes… Ya rebuscaré
entre mis contactos. Lo importante es que lo hagas convencida y no te veo muy
segura. No quiero que parezca que tengo interés... Otra vez será, o no.
Me levanto y vuelo hacia la puerta de salida. Y mientras una vocecilla me
dice que no puedo desaprovechar esta oportunidad, que no tiene nada de malo
salir en televisión y hacer una pantomima, que no ofendo a nadie, que no
perjudico a nadie, que no me meto con nadie. Dice que es una manera de
entrar en este mundillo, que quién sabe qué pasará cuando vuelva a la oficina
después de la lactancia, que lo mismo dejo pasar el tren y luego al jefecito se le
ocurre reducir plantilla, como nos amenaza cada dos por tres. Pero otra parte
de mí dice que me voy a meter en un follón de narices, que qué necesidad
tengo de hacer el ridículo, aunque sea por mil euros, que mi gente se va a
creer que se me ha ido la “chaveta” y me van a ingresar en el frenopático, que
mi niño va a avergonzarse de su madre antes de tener uso de razón. ¡Otra vez
como con el rollo del porro! Soy una farfollas de la leche… ¡Esto sólo me pasa
a mí!
-Dame tu móvil. Para bien o para mal te llamo mañana por la mañana y te
digo algo, ¿de acuerdo?
-¡Espera!- con la prisa que tengo y Bianca entra otra vez a su despacho.
Vuelve con una tarjeta. -No más tarde de la una. Si decides que no, al menos
dispondré de tiempo para buscar a alguien que te sustituya. Puri, piensa que es
una oportunidad- me dice Bianca sin dejar de mirarme a los ojos.
Le estampo dos besos y empiezo a correr a toda leche para buscar el
autobús de las siete menos cuarto. Espero que, como siempre, llegue tarde
¿No se le habrá ocurrido al conductor ser puntual por una vez en su vida? Veo
que hay cola en la parada… Perfecto, eso significa que no ha llegado. Me
empiezo a imaginar la carita angelical de mi suegra… Seguro que ni un
reproche, toda amabilidad y comprensión; ni una pregunta ni una averiguación,
todo silencio y discreción. Puri, ¡tienes un humor negro...! Como si la viera: con
unos morros que le llegan al suelo, un sermón de salvadora de la patria y una
investigación sumarial que no se la salta el CSID. Me subo en el autobús y el
jodido conductor se para en cada ceda el paso. ¡Tira, inútil! Claro, como cobras
lo mismo por llegar puntual o no... ¡Vaya sofoco que llevo! Entre la propuestita
de Bianca y el rapapolvo que me espera de mi suegra, me están subiendo unos
calores que para qué… Y encima tengo que ir de pie en el autobús… ¡En uno
de estos traqueteos me voy a estampar contra la ventana, como una mosca!
Me bajo y, corre que te corre, hasta que meto la llave en la cerradura de mi
casa. Con los nervios casi no la encuentro.
-Has tenido suerte que Fernandito es un ángel. Y como yo he vigilado que
nada le moleste… Pero si el pobre se hubiese despertado me veo dándole mi
teta- siempre tan agradable, ésta es mi adorable “suegrecita”, ¿cómo no le voy
a tener cariño?
-Buenas tardes, Jacinta- replico mordiéndome la lengua por no morderla a
ella.
-¿Y esta salida la sabe mi hijo?- pregunta impertinente.
-Sí, y su hija y la guardia civil y el juez de paz y La Vanguardia y los
bomberos...
-Hija, ¡tienes un carácter! Sólo te he hecho una pregunta…
-Gracias, Jacinta, por el favor, pero ahora me tengo que poner a hacer la
cena que a las ocho y media viene Manolo.
-Ya la he hecho yo. Ahí tienes una olla de sopa y una tortilla de patatas,
como a él le gusta, bien blandita.
¡Me cago en San Pantaleón mártir! La muy suegra ha hecho la cena para
humillarme y para tener una excusa con la que decirle a su hijo que he estado
fuera toda la tarde... ¡Anda que no gasta mala leche la Jacinta! ¿Tengo o no
razón cuando digo que en vez de suegra tengo una víbora?
-¿Usted se queda a cenar?- me esfuerzo para que la pregunta sea todo lo
desagradable posible.
-No, no, yo tengo mi casa y no quiero molestar...
-No molesta, mujer- otra vez me esfuerzo para que no quede duda de mis
sentimientos…
-Ya llamaré luego a Manolo, pero ahora no me puedo quedar a esperarlo.
¡Llámalo! ¡llámalo si tienes huevos! En cuento te largues voy a descolgar el
teléfono… Lo vas a llamar con el “tam-tam” porque esta noche no le dices que
le has hecho la cena ni harta de vino…
-Bueno, pues me voy- dice mientras se pone la chaqueta y abre la puerta de
la calle. -Y si me necesitas, no tienes más que decírmelo. Conmigo puedes
contar.
-Descuide.
Le doy los besos de Judas y espero a que coja el ascensor. Descuide, que
la próxima vez llamo a canguros sin fronteras antes que aguantarla a usted…
Jacinta, suegra entre las suegras.
¡Qué jodida la Bianca! Ya te ha metido el gusanillo por las venas. ¿A quién
le amarga un dulce? ¿A quién le sobran mil eurillos? Ataca al punto débil, allí
donde más duele. “Tú puedes ser una chica de la tele”, ¡vaya fardada! Te abren
el mundo de los sueños… ¿quién se puede negar? Leopardo contra teta de
servicio, glamour contra tortilla de patatas. No es fácil, Puri, nada fácil aguantar
con los pies en el suelo cuando te tiran para arriba.

- Capítulo 4 -BRONCA

La verdad era que me apetecía. Que nadie piense en cosas raras… Que no,
que el polvo ha sido gratuito; que sí, que hacía mucho tiempo que el niño no se
dormía tan temprano; que no, que yo me encontraba muy excitada a pesar de
la tardecita con Bianca y la enganchada con mi suegra; que sí, que él se ha
puesto cariñoso y me ha tocado despacito donde a mí me gusta que me
toquen; que no, que no ha sido el polvo rápido y perrito piloto de muchas
veces; que sí, que tenía ganas de Manolo; que no, que no ha sido una
triquiñuela para entrarle; que sí , que ahora está fumándose un cigarrillo en el
balcón y que cuando entre le explico lo de Bianca y ya está.
-¿Ha estado bien, verdad?- me pregunta como temeroso de no haber
estado a la altura.
-¿Bien?- veo que frunce el ceño, como cabreado, cuando dudo. -¡Muy bien,
pero que muy bien, Manolo!
Ya lo ves respirar y entrar en la cama con otro talante y me da un besito
suave, de esos que me gustan, de esos tan escasos, de los que no vienen
acompañados de la mano en la teta o en los bajos. Con lo fácil que sería…
seguro que me ganaría muchas más veces. Porque una no es de piedra, ¡vaya
si me gusta el sexo!, pero no de cualquier forma y manera… Con sus
preámbulos, con su “jueguecito”… no un aquí te pillo, aquí te mato. Manolo era
muy bruto al principio, había visto muchas películas porno y se creía que había
que entrar a matar con el estoque en ristre a las primeras de cambio. Tengo
que reconocer que ha mejorado… ahora hace algunas cositas muy
interesantes… Lástima que le pierdan los nervios alguna vez y se vuelva
hombre de Cromagnon en dos segundos.
-Esta tarde me he tomado un café con Bianca. He dejado a Fernandito con
tu madre y hemos quedado como dos viejas amigas.
-¿La de la boda? Ya te dije que la invitaras a casa- me dice haciéndose el
simpático.
-Manolo, no lo estropees...
-¡Tontona!, que te pones celosa muy rápido- y me acaricia, a pesar que yo
me hago la arisca ofendida…
Intento imaginarme a Manolo y a Bianca poniéndome los cuernos y como
que no me pega. ¿O sí? Por si acaso esa no pisará mi casa.
-Oye, está subida en el caballo del dólar la Bianca de las narices. Tiene una
empresa que trabaja con todas las televisiones de España. Y mira que cuando
era pequeña, en el barrio la teníamos por una tontorrona… ¡Fíate de las
tontorronas! Y ¿sabes lo más bueno? Me ha ofrecido trabajo…
-¿Trabajo?- pregunta, mientras comienza a acomodarse para dormir.
-Mil euros por cinco minutos- le zumbo antes de que sea demasiado tarde y
me encuentre hablando conmigo misma.
-¿Qué dices? ¿Es verdad?- me pregunta como queriendo insinuar que le
estoy metiendo una trola. -¡No digas tonterías! ¿Qué es lo que se fuma la
Bianca esa?
-Que sí, Manolo, que es verdad.
-¿No tendrás que salir en pelotas o hacer alguna guarrada? En un trabajo
honrado no se ganan mil euros por cinco minutos, eso tiene trampa, seguro.
¿No le habrás dicho que sí?
-Quería hablarlo contigo esta noche y...
-Pues ya está todo hablado, eso es un camelo y no me da la gana que a mi
mujer le tomen el pelo o la metan en un lío. ¡Ni hablar!
Y el muy dictador se da la vuelta y apaga su lamparita dando por zanjado el
tema. ¡Olé sus cojones! Cuando ha llegado de trabajar le ha dado un beso a
su Fernandito mientras yo lo bañaba, se ha “repampimflado” en el sofá del
comedor a ver un partido de “Champions”, ha cenado la sopita de su mamá
como un rey, se ha follado a su mujercita como un campeón, se ha fumado su
cigarrito en el balcón, que sienta de muerte después del “triqui-traca”, ha
decidido por mí lo que me conviene o no, se ha dado la vuelta y en unos
minutos empezará a roncar como una marmota. Silencio, Puri, apaga la luz y
cuida que sus sueños sean dulces. Y a media noche le das la teta a Fernandito
sin molestar al rey, que mañana tiene que repartir muchos congelados por
todos los bares que encuentre. ¡Y una mierda pinchada en un palo!
-¡¡Manolo!! ¿Quién coño eres tú para decidir lo que me conviene o lo que
no? El trabajo me lo han ofrecido a mí y soy yo la que tengo que decidir. Sólo
te lo quería comentar, no te he pedido que decidas. ¡¡Ya puedes roncar como
una marmota!!
Del vocinazo que le he pegado resulta que Fernandito se ha despertado y
llora como si tuviera pilas nuevas. Manolo me mira indignado por haber
perturbado su sueño placentero. ¡Qué se joda! Me levanto, arrullo al niño entre
mis brazos, me lo llevo al comedor y, con un manotazo que espero que sea
revelador, le apago la luz al moro que tengo en la cama.
Espero que el muy cabrón venga y se disculpe, se ponga de rodillas y me
pida perdón. ¡Ya estoy harta! ¿Qué se cree, que soy un cero a la izquierda?
Con el niño se piensa que me tiene controlada -Yo quiero ser un padre al
cincuenta por ciento- ¡Gilipollas! ¿Qué sabrás tú de eso? Es el macho que
aporta la caza a la familia y con eso se conforma; con ser un padre de fin de
semana, con tener a su mujercita atada a la pata de la cama y a su niñito
comidito, “limpito” y listo para dar un paseo por el barrio… para que le feliciten
las vecinas y le regalen los oídos y le digan cómo crece el niño, y qué guapo
está. Eso lo compartimos y el trabajo me lo chupo yo… ¡un huevo! ¡Paso! ¡Se
acabó! Voy ha hacer lo que me salga de la punta del “pepe”… Se acabó la Puri
conformista, la Puri dócil y domesticada… me voy a soltar el pelo y no me va a
conocer ni Dios. ¡Punto pelota!
Ya llevo diez minutos esperando y la luz de la habitación sigue apagada. Su
tiempo se está consumiendo… ¿Quiere guerra? No te preocupes, Manolo,
¡guerra de la buena, te vas a cagar, tu no conoces a Rambo en versión
femenina! Éste se entera… La cabeza me está yendo a cien por hora y le voy a
dar estopa hasta en el carnet de identidad. Le voy a tirar a los pies, para
hacerlo sufrir, para que se desangre poco a poco. Cuando tenga amorrado al
pilón a Fernandito… voy a pensar mi venganza… Siempre he escuchado que
se sirve fría… pues ¡venga Puri! a enfriar la mala leche y a devolverle el
desprecio punto por punto. Yo, cuando pienso, soy muy peligrosa… Ya verás,
Manolete, te vas a tragar cada una de las palabras que me has dicho. Esa
insultante superioridad… Pero ¿de qué vas?, ¿quién te crees que eres? Esto
se ha acabado, el imperio Manolo va a caer rapidito. Este se cree que Puri está
controlada porque él tiene a Fernandito como rehén, que yo no haré nada
porque soy una madre responsable y que estaré a sus órdenes lo que resta de
vida. Lo de “mil euros por cinco minutos” le ha ido directo a la yugular… Él, que
tiene que mover el rosco un pilón de horas para ganar esos mil euros, no lo
puede aceptar, por el jodido machismo que mamó de las venas de sus padres,
por sus cojones, que todo al final se arregla por la misma parte del cuerpo. Que
su mujercita, la dulce Puri, la felpudo Puri, le pegue tal sablazo a su honor de
macho ibérico le jode y lo tiene que cortar por lo sano.
Espabílate, Puri, espabílate, ¡que pareces tonta del haba! Tanto tiempo al
lado de una persona y no te enteras de qué va la película… ¡El que no llora no
mama! Todo era perfecto hasta que pides lo que se te debe, hasta que exiges
tus derechos. Eres madre, eres esposa, ¡pero no eres gilipollas!

- Capítulo 5 -SE HINCHA EL GLOBO

Este es el contestador automático de Bianca. Deje su mensaje cuando oiga
la señal. Gracias.
¡No me da la gana! No me gusta dejar mensajes en los contestadores.
Prefiero intentarlo otra vez, pero quiero hablar en directo con ella. He pasado
una noche muy mala y cuando me miro en el espejo me veo unas ojeras
horrorosas. Manolo se ha largado esta mañana con viento fresco. Ni beso, ni
“buenos días, cariño”, ni nada de nada. Supongo que eso es el inicio de la
guerra psicológica… ya veremos quién gana… Yo no pienso ceder, ¡estoy
harta!
Hay que prepararse para la lucha, no es cuestión de que el enemigo te
encuentre desprevenida. Me voy al comedor y me marco unas flexiones en la
alfombra. Me empezaré a machacar. Se acabaron los “croissants” para
desayunar. En su lugar una barrita de “Bio Century” y un vasito de leche
desnatada. Stop a los caprichitos, a las patatitas, las galletitas y los
chocolatitos. Nada de fritos y nada de grasa. Lechuguita y carne a la plancha.
Más lechuguita y pescadito a la plancha. Y si Manolo quiere otra cosa que
llame a un chino o a su puñetera madre, que seguro que le hace lentejas con
chorizo, que aunque le dan unas digestiones que se muere, como es su mamá
se calla y aprieta...
Y además, para elevar la moral de la tropa, que mejor forma que comprarse
unos trapitos… ¡A renovar el vestuario se ha dicho! Aprovecharé que
Fernandito está de buen humor y le plantaré un vestidito nuevo. Coño, que él
no tiene la culpa de nada… Y después, venga, a darse un “paseíto” con mamá,
bien guapo y perfumado… Ya le he descargado la teta derecha y la izquierda y
el niño tiene una cara de felicidad que ¡ni que se hubiera zampado medio kilo
de gambas de Palamós! Lo coloco en el carro y a ver mundo, que ya está bien
de pasarse la mañana en casa con lavadoras y fregoteando…Venga
Fernandito, a ver si la Bianca te enchufa también a ti, que te veo de
protagonista de un anuncio de “Petit Suis” lleno de yogurt por toda la cara...
Venga, hijo, se acabó la miseria, empezaremos a coger el volante de nuestra
vida.
Me voy a ir para el “Zara” que tienen ropa muy guapa y a buen precio,
porque hasta que cobre los mil euros sigo siendo una madre lactante con
sueldo de secretaria, o sea, una miseria.
Este es el contestador automático de Bianca. Deje su mensaje cuando oiga
la señal. Gracias.
Ya va la segunda y sin noticias de Bianca. A ver si por pensármelo tanto se
me va a adelantar alguna con menos puñetas que yo... Ya probaré después.
Tengo que preparar el tema del jueves que viene. Paso de llamar a la arpía
de mi suegra, me llevo a Fernandito al plató. ¿Qué pasa? Llamo a mi hermana
Fefi y que me acompañe. Ella me lo puede cuidar mientras que yo estoy en el
aire. ¡Uff!, ¡qué propiedad!, ¡qué dominio del lenguaje televisivo! “Estar en el
aire”… no sé dónde lo he oído, supongo que en alguna película americana… A
Manolo no le gustan las españolas, o sea que de cajón.
Entro en el “Zara” y mi Fernandito duerme como un bendito. El traqueteo del
carrito le da sueño. ¡Cojonudo!, así puedo probarme las cosas sin prisas y sin
partirme los ojos vigilando al niño y mirándome al espejo… Además, por la
mañana hay menos gente y se compra con mucha tranquilidad… ¡Que
tiemblen las dependientas, que vengo con ganas de probármelo todo! Uyy,
¡qué monería! Este vestido rojo estrechito, éste es el mío… ¡qué guapo! Me
pongo un buen tanga y a marcar traserito. Tengo un culo muy respingón… ¡Es
que no luzco lo que tengo!, soy más tontorrona... Pareceré la mujer de rojo, la
de la película del negro cegueras… ¿cómo se llamaba el tío aquél…? ¡Ah, sí!
Stewie Wonder. A veces te falla el riego, Puri… ¿Cómo vas a dar pena en ese
programa, porque tu hermano te violaba, vestida como un putón verbenero?
Son capaces de justificarlo y echarme la culpa por provocarlo… Necesito algo
clásico, una faldita y una blusita mona, pero discreta. El traje rojo para
celebrarlo. Pues venga, no se hable más, un trajecito discreto y un caprichito
rojo. Setenta y cuatro euros. Pues perfecto, a cuenta de los mil que me
esperan.
-¡”Hello”! ¿Qué tal?
-¿Bianca?
-Sí, dime, mi amor.
-Soy Puri.
-¿Puri?- pregunta con voz de zombi de las cavernas.
-Estuve ayer contigo, ¿no te acuerdas?
-¡Ah! Sí, perdona… es que he pasado la noche de marcha y esta mañana
tengo un “jaquecón” de marca mayor y no te ubicaba... Dime, dime....
-Era por lo del programa...
-¿Ya lo has consultado con tu maridito?- pregunta un poco impertinente. Se
lo paso porque me ha dicho lo de la resaca, pero a la siguiente me cago en ella
y tan amigas.
-Que sí, que cuentes conmigo.
-Me alegro por ti, has tomado una sabia decisión. Seguro que no te
arrepentirás. Mira, si te parece quedamos una hora antes en la dirección que te
dije… el jueves que viene, claro.
-Espera, repítemela que me la apunte- saco el lápiz de las cejas y como
papel me sirve una cuenta vieja del Caprabo. Me lo escribo como puedo y
luego en casa ya la pasaré a limpio.
-Perfecto.
-Te decía que como es la primera vez… ¿qué te parece si quedamos una
hora antes y hacemos unos ensayitos antes de empezar? De todas formas, no
te preocupes. El programa es todo grabado, por lo que si te pasa cualquier
cosa se puede repetir. Aunque el director tiene malas pulgas y mejor que salga
a la primera…
-Entonces qué, lo de que me violaba mi hermano…
-¡Sí, sí!, ahora no tengo tiempo para encontrarte un padre nuevo. Ya lo
explotaremos para otra vez. Piensa que tienes que tener rollo para unos cinco
minutos… Te inventas una familia, lo rodeas de mucho misterio… que siempre
te ha dado miedo la situación y que no la has podido superar hasta que ha
muerto tu hermano…
-¿De qué ha muerto mi hermano?- le pregunto en el colmo del absurdo.
-Un accidente de circulación… ¡hay tantos! Puedes pintarlo como un
alcohólico del copón… eso explica los abusos. Pues lo dicho... y sigues
explicando la primera vez que te tocó y, luego, pues la técnica del escote…
enseñas más que se ve, o sea, balbuceas, medias palabras… Pero no entres
en detalles que todavía hay niños a esa hora y no es cuestión que empiecen
los del “zapping” a repetirlo gratis por todas las cadenas.
-Bianca, no sé yo si sabré...
-Déjate llevar por la conductora del programa, Pamela Díaz. Es una
presentadora muy dulce que te dará los pies de fábula.
-¿Pies?- pregunto pensando que a ver si en vez de ir a un programa de
televisión voy a ver a una “esteticién”.
-Te hará las preguntas para que tú respondas a huevo y, si te ve un poco
despistada y novata, te ayudará seguro. Ahora mismo la llamo, es muy amiga
mía… Estás en buenas manos- Gran sentencia, como si me fuesen a operar de
apendicitis.
-¿Y cobrar? Ya sé que soy muy directa, pero este mal trago no lo paso por
otra cosa que por dinero...
-No te preocupes, al acabar el programa se te entrega un talón al portador
y, al día siguiente, o lo ingresas en tu cuenta o te fumas un canuto con él. ¡Lo
que más te convenga! ¿De acuerdo?
-Vale- respondo sabiendo que me estoy metiendo en un lío de tres pares de
pelotas.
-El jueves a las seis, en la dirección que te he dado. ¡Ciao!
-¡Ciao!
En mi puñetera vida me he despedido de nadie de esa forma… Esta nueva
vida me traerá sorpresas y ya he empezado con una nueva forma de decir
adiós…
“¡Ciao, Puri, ciao!” Has entrado en el templo del glamour, es cuestión de
dejarte caer por el tobogán… Bianca era una “mentecata chica de barrio”, la
cateta de los calcetines marrones y mira donde está, ¡en lo alto de la montaña!
¿Por qué vas a ser tú menos? Siempre has sido muy espabilada… ¡Cómete el
mundo o él te comerá a ti!


- Capítulo 6 -MI HERMANO ME VIOLABA

Me voy a zampar el de jamón y queso. Sí, ya sé que estoy a dieta, ya sé que
cada mañana me propongo no comer pan ni dulces… Pero tengo el estómago
vacío y como no me chasque alguna cosa sólida, con los nervios me va a dar
un “patatús” en el plató y voy a ser el hazmerreír de la caja tonta.
La Fefi está alucinada con todo lo que está viendo, igual que yo. Si hace dos
semanas me hubieran dicho que debutaría como testimonio en un show de
televisión, hubiera pensado que quien me lo decía se había fumado una
plantación de maría. A veces la realidad es más enrevesada que lo que
imaginamos o soñamos. El que no se entera de nada es Fernandito. ¡Menudo
santo varón! Acaba de comer y a su carrito… dos risitas y dos llantitos y a
dormir. Espero que no se despierte antes de que acabe la entrevista porque la
Fefi, a parte de ser muy solícita y de ser mi hermana pequeña, tiene poca
mano con los niños. ¡Con los niños y con todo! Tiene veinte años y está en esta
vida porque tiene que haber de todo. ¡Jo!, parece que no la quiera, pero no…
Le tengo un gran cariño, pero es que me la miro y me la remiro y no le
encuentro nada que resaltar. Guapa, pues no; delgaducha, una trocha
considerable; piernas, palillo; culo y tetas, ni noticias de ellos; inteligente, pues
tampoco… Ni el graduado se sacó, y eso que mis padres se gastaron un
dineral en clases particulares… Pero como dice el refrán; “donde no hay...” Una
cualidad a destacar, espera que rebusque… no es fácil... a ver, espera… ¡ya
está!, el silencio. Tiene una capacidad acojonante para estar en silencio horas
y horas. Puede que le venga de su vagancia, pero por no esforzarse, o por lo
que fuere, la tía es capaz de pasarse una tarde sin articular palabra. Mira,
observa, se distrae, pero ni un comentario, ni un parecer, ni una opinión…
¿Opinión?, palabra tabú cuando se habla de Fefi… no le recuerdo ninguna.
Las seis y media, y sin noticias de Bianca. “No te preocupes, estaré allí una
hora antes y podremos ensayar tu papel”. De momento, cumplir, lo que se dice
cumplir, más bien poco.
-La Pamela, una bollera de tomo y lomo, lo que yo te diga.
-¿Qué me dices? ¿Cómo lo sabes?
-De buena tinta.
-Coño, pues me dejas de piedra... Me parecía buena tía...
-Qué tendrá que ver, Remedios, ser buena tía con ser bollera... Que la
bondad no se encuentra ni en comer pepino ni en comer almeja, la bondad se
lleva dentro.
-Venga, dime quién te lo ha dicho.
-Aquí se sabe todo. ¿Sabes la azafata que ha pasado antes, toda
emperifollada? ¿la de la camisa amarilla?
-Sí ¡menudas pestañas me gasta la chavala!
-Esa es su amante.
-¿Te lo ha dicho ella? ¿La conoces?
-Remedios ¡lo quieres saber todo!
-Chonchi, me pones la miel en los labios y luego...
-Me lo ha dicho la otra azafata… que la Pamela también le tiró los tejos a
ella, pero que como no es bollera y como no le dio la gana, pues se enrolló con
la otra, que es capaz de acostarse con la duquesa de Alba con tal de conseguir
un ascenso por pequeño que sea. Y según dice, desde que se acuesta con ella
la llaman para más programas. O sea, ayuditas de doña Pamela la bollera...
La telebasura ya empieza en la trastienda. Las encargadas de repartir los
bocadillos han hecho delante de mis morros una tesis doctoral de la vida sexual
de la presentadora. ¡Vaya con la bollera! perdón, ¡vaya con la Pamela! Ahora
seguro que sabiendo lo que sé me obsesionaré y la cagaré. Me imaginaré a la
Pamela en posición de faena con la azafata de las pestañas de kilómetro y,
cuando me pregunte por mi hermano, se me irá la chola y le soltaré cualquier
tontería… Me lo veo venir… y con estos nervios, pues fijo. Y sin rastro de la
Bianca me empiezo a subir por las paredes... ¿Dónde se ha metido la Fefi?
¡Me deja el carrito solo y la tonta del higo se pira! ¿Dónde habrá ido? Me he
despistado con las cotillas y ahora he perdido una hermana. Entre que me viola
mi hermano y que ha desaparecido mi hermana… ¡para cortarse las venas,
joder!
Y Manolo sin saber nada de nada… ¿Y por qué se tiene que enterar? ¿Y si
se entera, qué? Soy libre y hago lo que me sale de allí. ¿No se fue él, hace
unos meses, al circuito de Jerez todo un fin de semana, con sus amiguetes, a
ver las motos? ¿Le dije yo algo? ¿Le puse algún problema? Pues, ¿por qué no
aprende? Me dan ganas de llorar porque hemos pasado una semana de
perros. Se iba por la mañana sin darme un beso, venía a comer y se encendía
la tele para no hablar, volvía por la noche más tarde de lo normal y, a la que le
hacía cuatro carantoñas al niño, se metía a la “piltra” y ¡a roncar como un
cerdo! que es como se ha portado estos días… En vez de bajarse del burro,
pedirme perdón y animarme en este reto, ¡morros y más morros! Ya vendrá,
ya…
-¿Dónde te has metido, Fefi?
-En el lavabo.
-¿En el lavabo? Y si me llaman, ¿quién se queda con el niño? ¿las señoras
de la limpieza? Coño, Fefi, avísame… dime a dónde vas, que un poco más y
me da un soponcio de no saber de ti... ¡Es que eres la repanocha!
-Estás nerviosa- responde la tía con todo el cuajo.
-¿Lo has averiguado tú sola o has necesitado ayuda?
-Yo sola.
-Fefi, déjame que me desconcentras. Este diálogo de besugos me está
poniendo a cien y ya verás como al final acabo cagándola, seguro…
Mensaje… ¿Quién será? ¡Mierda, Bianca! ¿Dónde está la muy mentirosa? -
Lo siento, estoy en un atasco y no creo que llegue a tiempo. ¡Suerte! Nos
vemos al acabar. ¡Confío en ti!- Será… será… pendón, la muy guarra… Me
mete en esto, me promete su ayuda y ahora me viene con el viejo truco del
atasco. ¡Joder! ¿y qué hago yo ahora? Esto es como si te ponen delante de un
Mihura y no has estado en tu puta vida en los toros… Estoy pensando en
desertar… ¡A la mierda! Ella tiene un atasco, pues ¡yo me atasco y no salgo!
Total, no he firmado nada… Me comprometí con ella y ella conmigo; ella no
cumple, pues yo tampoco. Y aquí paz y después gloria.
-¿Puri Llamas?
-Sí, servidora- ¡qué ñoña me ha quedado la respuesta!, como si le
respondiera a la señorita Milagros, la de parvulitos.
-¡Hola! Soy Pamela- se presenta una chica.
Es jovial, de unos treinta añitos y con unos labios carnosos que resaltan por
encima de todo su físico. Lleva un traje chaqueta rojo cantón con una flor
amarilla en la solapa. Está delgadísima y trasmite por todos sus poros alegría y
vitalidad. Yo la colocaría en un anuncio de yogurt, de esos que te regeneran
por dentro y por fuera.
-¿Qué tal? He recibido un mensaje de Bianca... que me dice... bueno... es
que yo...
-¡Ah, sí!, ya me avisó que era tu primera vez... No te preocupes,
grabaremos tu entrevista. Te podría pasar mi guión, pero entonces sabrías las
preguntas y la entrevista perdería frescura... Prefiero la sorpresa, que las
cámaras recojan tus dudas, tus silencios… Piénsate lo que tienes que decir, no
corras... Bueno, y tranquila… seguro que todo sale bien... En diez minutos
estamos contigo. ¡Encantada de saludarte!
Antes de que yo pueda expresarle mis dudas, preguntarle si lo que yo he
pensado le parece bien… antes de que le pueda explicar nada, Pamela y su
flor amarilla en la solapa, junto con sus labios carnosos, ya está a diez metros
hablando con otra invitada. ¡Esto es la leche! ¿Nadie se hace cargo de que
nunca he pisado un plató de televisión, de que nunca me violó mi hermano, de
que no es fácil crear una historia creíble de la noche a la mañana? En teoría,
los profesionales son ellos… ¡Me cago en la mar! si estos son los profesionales
¡como serán los amateurs!
-¡¡Todos los testimonios a maquillaje!!- grita una mujer que lleva una bata
blanca, con tres o cuatro peines en los bolsillos y unas pinzas colgadas.
Miro a Fefi y a Fernandito y me da una angustia terrible. Es la misma
sensación que cuando tuve a mi hijo y la comadrona me dijo que íbamos para
el paritorio… Por una parte tengo ganas de que pase todo, pero por otra, veo lo
que me espera y… ¡se me ponen los pelos de punta! Pero no he llegado hasta
aquí para echarme atrás… Puri, ¡adelante! Le doy un beso a Fefi, que sigue
mirándome con cara de flan, y le doy otro más delicado a Fernandito para que
no se despierte.
Entro en la sala de maquillaje, esto es la hostia, parece el patio de un
colegio ¡Qué jolgorio! Hay cinco sillas de peluquería, todas ocupadas. Un
inmenso espejo sirve para reflejar las caras de los que, supuestamente, son
mis compañeros de programa. Una pareja de adolescentes se dan la mano y
se miran con cara de desafío. Parece que en cualquier momento va a despegar
la vagoneta de la montaña rusa y se están mirando, como animándose para
soportar las emociones fuertes. Él tiene toda la cara llena de “piercings”, los
pelos de pincho rubios, que le quedan como el culo, la cara escuchimizada…
Me dan ganas de ir a comprarle un par de “donuts”… que el pobre parece que
haya crecido en Etiopía… Cuando se ríe enseña unos dientes amarillentos,
¡para vomitar!… ¡Vaya monumento! Si tuviera unos años menos le tiraba los
tejos... Su madre, cuando lo arrope por la noche, me imagino que lo hará
acompañada por la policía nacional. El vestuario no ayuda a tapar las
vergüenzas, al revés, las resalta. Una camisetilla encogida y descolorida y unos
tejanos rajados por todas partes, son su uniforme de batalla. En vez de ir a la
televisión parece que esté preparándose para reparar todos los coches del
barrio… Solo le falta un poquito de grasa en la cara y una llave inglesa en el
bolsillo de atrás del pantalón. Pero es que la novia, o lo que sea, no tiene
desperdicio… Levanta el culo del asiento para darle un beso y nos enseña, a
todos los que estamos allí, el triangulito del tanga rojo, dejando entrever unas
nalgas que parecen pintadas con blanco españa. ¡Menudo saco de huesos!
Unas tanto y otras tan poco… que mal repartido está el mundo… “Piercings” en
la lengua, en la ceja y en la nariz. Esos son los visibles, ya que dicen que a
estas jovencitas les ha dado por ponérselos también en los bajos y en los
pezones. Por mí ya se pueden poner de moda que no me pongo un arete en
semejante sitio ni que me lo pida el príncipe Felipe. Con el par de tatuajes que
le desfiguran el cuello parece la hija adoptiva de la familia Monster. ¡Ay, mi
Fernandito! Virgencita de los Dolores, que no se pierda, que no me traiga a
casa una novia con esta pinta, que tenga buen gusto, que no se drogue, que
estudie… ¡te lo pido por lo que más quieras! Si quieres te rezo cuarenta
avemarías y algún padrenuestro, pero que una no ha sufrido lo que ha sufrido
para que luego se te conviertan los hijos en un proyecto de “gremlin”. Míralos,
¡de ridículo nada! Como tardan en venir las maquilladoras… ya los ves a los
dos saltando en las sillas y tocando la manivela de subir y bajar y haciendo
caritas y pegando gritos absurdos. Lamentable… Españoles, con esta juventud
tenemos el futuro asegurado. Dadles tiempo, que estos benditos retiran a
Estados Unidos del poder a poco que se lo propongan.
Entran dos maquilladoras y se hacen cargo del dúo adolescente. Una tía
muy estirada, con traje de chaqueta azul marino, les ha dicho que serán los
primeros en salir. ¿Qué vendrán a explicar esta parejita? Me han dado moral
los pingajos estos; si ellos salen en el programa seguro que yo no desentono.
En la tercera silla hay una tía más rara que un carnaval. ¡Vaya bicho! Le
echo sesenta o sesenta y pico años. Bajita, regordeta, con unas gafas negras
que le ocupan toda la cara… ¡parece un faro! Mira a izquierda y a derecha sin
parar. De vez en cuando se gira ciento ochenta grados para comprobar que su
espalda está a salvo. Parece que le persiga alguien. Mira aquí y allá sin parar;
no descansa. Me está poniendo nerviosa tanta vigilancia. A ésta la han sacado
del manicomio más cercano a la tele, fijo.
-¿Me puede decir la hora, por favor?- me pregunta a traición y con una voz
hombruna que hace que, del susto, se me caiga al suelo el abanico que nos
han dado a la entrada.
-¿Eh? ¡Ah, sí!, las siete y cuarto.
-Gracias.
¡Vaya sobresalto me ha dado la prima del malo de Psicosis! ¿Habrá
quedado con alguien? Sigue con el movimiento nervioso de cabeza, no para la
condenada… Al pobre cámara lo desnuca, seguro.
Las dos sillas de maquillaje que quedan, las ocupan una madre y una hija.
No es que sea Sherlock Holmes, pero es que la madre no para de meterse con
la chiquilla… “Hija, bájate un poco la falda; hija, has traído esto y lo otro; hija,
¿pido una tila?…” Hija por aquí, hija por allá. Pero la niña, ni puñetero caso.
Está distraída con las tonterías de la pareja adolescente y no escucha nada de
lo que le dice su madre. Normal, si le hiciera caso acabaría como la de las
gafas negras. ¡Menudo loro la madre tostón! ¡Casca hasta por los sobacos!
-¿Es la primera vez que vienes?- me pregunta a mí, supongo que porque la
autista de su hija no le da ni chispa de conversación.
-Sí.
-Yo también.
-A mí esta criatura- señalando al pimpollo que tiene delante- me tiene
destrozada. Es hija única y, ya se sabe… Mira que se lo dije a mi Cristóbal,
“vamos a tener otra que no me gusta nada que la niña sea única”… Pero mi
marido es muy panzón, y él que ya no quería tenerla ni a ella, pues menos a
dos. ¡Los hombres y sus tonterías! ¿Por qué crees que les gusta el fútbol?-
pienso que quiere que le conteste, pero no me da oportunidad y sigue como
una metralleta- Les gustan las cosas absurdas porque no se pueden ocupar de
las importantes. ¿Tú estás casada?
-Sí… yo...
-Pues entonces ya lo sabes todo, no te tengo que explicarte nada…¿Hijos?
- Uno, pequeñito.
-¡Atájalo!, que no te pase como a mí, que luego crecen y... ¡Ay!, no nos
hemos presentado. María Jesús...- me estira la mano enérgica.
- Puri.
-Encantada. Puri, atájalo, no dejes que se te escapen, que cuando tienen
esta edad- vuelve a señalar a su hija- ya no tiene remedio. Todo son parches y
parches, pero la edad buena es cuando son pequeñitos. Ya sabes el chiste,
¿no? Cuando son pequeños te los comerías y luego te arrepientes de no
habértelos comido…-se ríe sola, como una imbécil-. Pues eso es lo que digo
yo...
La maquilladora empieza, con un algodón, a disimular las arrugas, o mejor
dicho, las grietas, que tiene María Jesús en la cara. ¿Pero te crees, que se
calla porque la estén maquillando? ¡Para nada! Estira la boca, aprovecha una
pausa o hace lo imposible, pero no se calla ni debajo del agua.
-Ésta ahora me ha empezado a vomitar la comida porque dice que se
siente gorda. ¡Gorda! no te lo pierdas… gorda esta criatura… Si ella está
gorda, ¿como estoy yo? Qué soy, ¿el monstruo del lago Ness?- intento no
reírme porque ella misma se ha puesto el apodo-. Y yo le digo, “pero ¿qué te
hemos hecho, hija mía, para que nos des este tormento? ¿No podrías ser
como tus primas? Sacan notazas en el cole, no les dan un disgusto a sus
padres, pasan de novios y tonterías, visten como Dios manda… ¿No podías
ser como ellas?” Pues no, erre que erre. A mí me da unas irritaciones que en
una de estas me quedo. Yo estoy muy mal del corazón, ya llevo dos o tres
sustillos y ella no se hace al cargo que no voy a durar toda la vida… Ya verá
cuando falte- empieza a quebrársele la voz y a lloriquear, fastidiando el trabajo
de la maquilladora que le pega dos brochazos de mala gana en las mejillas. -
Pues nada… ¿Sabes qué Puri? Que he pensado que nos vamos a la tele y lo
explicamos… Es una solución… No digo que sea la mejor, pero es una forma
de entrar en el problema y no darle la espalda. Yo no soy de esconder las
cosas… ¡anda, fuera, que respiren! ¡¡Niña, te han dicho que no te comas las
uñas!!
Le pega un santo tortazo en las manos que se queda toda la sala en
silencio. La pobre María Jesús se encuentra pillada, no sabe qué decir ni qué
hacer, pero sin duda es una mujer de recursos.
-Se lo tengo dicho… y dale y dale... Lo hace por irritarme. Si supiera lo que
me duele, no lo haría.- intenta justificarse delante de todo el mundo.
Le rueda otra lagrimita por la mejilla y la maquilladora, que se harta y pasa
de arreglarle más el chorretón, empieza a darle una capa de color a la niña que
todavía se toca la mano dolorida por el tortazo.
A mi derecha hay un señor muy serio, traje gris, le calculo no más de
cincuenta años. Bigotito muy bien recortado y que no ha dicho palabra desde
que hemos entrado en la sala de maquillaje. Lo veo con ganas de hablarme,
pero no se lanza. Mira a todos los demás con desconfianza.
-Oiga, ¿le puedo hacer una pregunta?- dice, al fin.
-Vale- le respondo, aunque pienso que depende de la pregunta así será la
respuesta
-¿A usted ya le han pagado algo antes de participar en el programa?
-No, no... nada…
-¿Nada? ¡Ah!, entonces igual que yo...
-¿Usted también viene por parte de Bianca?- le suelto.
-No, yo llamé a un teléfono que vi en el diario del lunes. Mi contacto es un
tal Francisco. Le expliqué mi historia por teléfono y como le interesó, me citó
para hoy.
-Si no es mucho preguntar, ¿cuál es su historia?- me atrevo a preguntarle
para empezar a saber de qué pie cojea la competencia.
Mientras el señor del bigotito recortado se afloja un poco la corbata antes de
empezar a hablar, entra una señorita con unos cascos puestos y una carpeta
en ristre y con pinta de formar parte del equipo de Pamela. Reclama a la
parejita adolescente que entren en el plató. La maquilladora nos dice a los dos
que ocupemos la silla que dejan los chavales y que en breve viene a
restaurarnos. Yo le insisto al del bigotito para que me explique su historia.
- La “Secta del Sol” me ha arruinado la vida. He perdido mi trabajo, a mi
mujer y a mi hija, a mis amigos, mi dinero, y estoy durmiendo en una pensión
de mala muerte por culpa de esos hijos de puta. Me han hundido- el señor
rebusca un pañuelo en su bolsillo para secar sus ojos que se han llenado de
lágrimas.
-Pero qué cabrones, ¿no?- respondo indignada.
-No lo sabe usted bien... Te chupan la sangre como sanguijuelas, se
aprovechan de tus debilidades y, cuando quieres darte cuenta, estás preso y
te es imposible reaccionar.
-¿No tiene miedo?
-¿Miedo? ¿miedo a qué? No tengo nada que perder... ¿Sabe lo único a lo
que tengo miedo?
-No.
-A que me tomen por loco. Son así de crueles… Me han matado en vida,
pero no han dejado rastro de lo que me han hecho. Y ahora me tratan como a
un demente. Como no tengo pruebas… Como lo han borrado todo. Ahora soy
un loco que está denunciando estas cosas por ganar notoriedad.
-Claro.
-Oiga, y si no es mucho preguntar, ¿cuánto le han prometido por dar su
testimonio?
-Pues- no me acabo de fiar de ese bigotito-… ¿Y a usted?
-A mí, el tal Francisco Úbeda me habló de ochocientos euros.
-Lo mismo que a mí- miento a velocidad del rayo.
Para mí que el tal Francisco Úbeda se ha embolsado doscientos euros por
la patilla. Supongo que será habitual en el mundo de los intermediarios o de las
productoras… cuanto más desesperado ven al personaje, más le pueden
apretar. La mandamás de los cascos vuelve a entrar y le dice a la espía
compulsiva que para adentro. No deja de mirar a todos lados y ahora parece
más chalada que cuando estaba sentadita. ¡Qué meneo!, ¡no para!, atrás y
adelante…
-Oye Puri, ¿y cuál es tu problema? Tú pareces una chica muy maja. ¿Qué
es lo que te pasa? Dime, cariño…
La madre de la niña bulímica, a más de cinco metros de distancia y con todo
el personal con las orejas en posición vertical, me pregunta por mi problema.
Esta tía está como un cencerro y no puedo evitar ponerme como un tomate.
¡Será capulla! ¿Cómo salgo ahora del embolado? Lo que me faltaba... ¡Oh!, la
maquilladora, mi tabla de salvación… Me agarro a ella y le suplico que me
haga una cara nueva con tal de aguantar hasta que al dúo “mamá y niñita” le
toque entrar en el plató.
-¿Qué no me oyes, Puri?
-Sí, pero es que no puedo hablar- y señalo a la maquilladora- Luego te lo
explico.
-Vale.¡¡Niñaaaa!! ¡¿Adónde vas, a vomitar?! Ni se te ocurra, ¿eh? ni se te
ocurra… Que te cruzo la cara, ¿eh?
Vaya escenita. María Jesús está para que le den un “Tranquimacin” en
sobre grande… No me extraña que la niña tenga bulimia. Demasiado poco
para la madre que tiene. Yo, de ella, ya me habría cortado las venas. De todas
formas, la niña, que no tengo ni idea de cómo se llama, porque María Jesús
sólo la llama “niña”, no se altera ni por los gritos ni por las sandeces que le dice
su madre.
¿Y mi Fernandito?, ¿cómo estará? No me fío nada de la Fefi… Voy a
aprovechar que ya me han maquillado para echarle un vistazo. Le digo al señor
bigotito que si me llaman, estoy en la sala de afuera con mi niño. Él pone una
cara muy extrañada. Salgo y veo que la Fefi tiene a Fernandito en brazos. Está
llorando. Pobrecito mío, se ha despertado. Y yo a diez minutos de entrar a
grabar… esto parece una escena de una película de Almodóvar. Le huelo y no
hace falta que repare mucho, se ha cagado. Saco mis mejores prácticas de
puericultora y coloco el cambiador encima de la mesa en la que antes estaba el
bocadillo de jamón. Pongo al niño con cuidado, limpio culo y su conjunto,
cambio pañal viejo por pañal nuevo y… ¡listo! ¡Dos minutos!, segundillo arriba,
segundillo abajo... Me saco la teta, se la enchufo y el muy mamón se agarra
como un condenado. Cariño, mamoncito mío, vas a mamar la leche de una
estrella de la tele, aprovéchate… Como chupa, qué fuerza… ya empezaba a
tener las tetas cargadas. ¡Me cago en San Evaristo mártir! ¿Dónde está la Fefi?
¿Otra vez al lavabo? ¿Por qué no me dice nada la “papafrita”? Nos ha salido
silenciosa la niña… Fernandito ahora chupa teta socialista, la de la izquierda.
Venga, en tres minutillos me la tienes que dejar lista, que vendrá la de los
cascos en la cabeza y me meterá para adentro. Estoy crecida: peor no pueden
estar las cosas, así que lo único que puede pasar a partir de ahora es que
vayan a mejor. Mi Manolo cabreado como una mona por lo de la otra noche y
sin saber que estoy aquí; Fefi en plan ¿Dónde está Wally? Bianca en un
atasco haciéndole una paja al negro de la pilila de medio metro; Fernandito
mamando como un descosido antes de entrar al plató; y a mí, ahora, que se
me ha borrado todo lo que tenía pensado para responderle a la presentadora
bollera. ¿Alguien da más?
-Fefi, tienes los cojones como bolas de baranda… ¿Por qué no me avisas
de que te vas?, ¿qué te cuesta, jodida?
-He ido al lavabo. Como he visto que estabas cambiando al niño he
pensado que me daba tiempo… Y para qué te iba a molestar...
-No molestas, mujer, no molestas. Lo que molesta es que te vayas sin decir
nada. Es que sufro… ¿no lo puedes entender?
-Señora, señora- el del bigotito me llama desde el final del pasillo-. La
llaman.
¿Qué hago? Fernandito, hoy te quedas sin postre que te estás poniendo
muy gordo últimamente y te vas a parecer a tu padre. Le pongo el chupete y,
mientras, me coloco los discos para no manchar el sujetador… ¡Lo que faltaba!,
salir con dos manchurrones en directo... El niño tira el chupete al suelo…
¡Mierda!
-Fefi, corre, ves al lavabo a lavar el chupete.
-¡Voooooy!- responde con toda la mala gana que puede.
Puri, serénate… Si te sale bien, pues miel sobre hojuelas; si te sale mal,
pues te vas a tu casa, que un plato de comida no te va a faltar. Puri, seguro
que te sale bien… Tú siempre has sido muy espabilada, ya te lo decía la yaya
Guadalupe... Puri, pon los cinco sentidos en hacerlo bien, por tus bemoles, por
orgullo, por amor propio, por todos los que no dan un duro por ti. ¡A por ellos,
Puri!
Ya viene la Fefi con el chupete. Se lo endoso al niño y me largo a toda
pastilla. Entro en la sala de maquillaje y la de los cascos ya está preguntando
por mí. Me dice que en el plató me siente al lado de la bulímica, me coloca un
micrófono en la camisa y me da un abrazo que, la verdad, tal como está el
patio, me sabe a gloria. Además, me tiene preparada una botellita de agua para
que no entre en el programa con la boca seca… los nervios me han dejado la
garganta como si tuviese anginas. La de los cascos me conduce a la antesala
del plató y me advierte que hay una cámara que me enfocará instantes antes
de salir. Por debajo de la pantalla sale una breve descripción de lo que vengo a
explicar, algo así como “Mi hermano me violaba”. Directo y a la yugular, ¡a
hacer puñetas la diplomacia y las dobles palabras! Me informa de que la
cámara graba cuando el piloto que hay en su parte superior se pone en rojo. Lo
mejor, según ella, es mirar al fondo de la estancia y no hacer muecas raras. A
la izquierda hay dos monitores: el primero me permite ver y escuchar lo que
está sucediendo en el plató y el segundo lo que realmente se está emitiendo
por televisión. El programa se retransmite con una diferencia de media hora por
si ocurre algún imprevisto, el tiempo necesario para poder solucionarlo.
Primero veo en el monitor de la emisión real lo que la de las gafas negras
explica, con el baile de San Vito incluido. Que está muy ocupada porque tiene
en su casa más de dos cientos gatos disecados. ¡Ya me imaginaba que este
engendro de la naturaleza no era trigo limpio! En el monitor en el que se emite
lo que se está grabando ahora mismo, aparece María Jesús armando un show
que ni la Rafaela Carrá de sus mejores tiempos… Manotea, zarandea a su hija,
vocifera, lloriquea… ¡la protagonista del programa! Pamela se siente abrumada
y descolocada. La que lleva la entrevista es aquella “madre coraje” que relata
sus sufrimientos con un ímpetu que aterroriza. Contrasta con la pasividad de su
hija que se la mira como si estuviera viendo visiones. Sin demasiadas
contemplaciones, Pamela corta la entrevista con la madre y la hija deseándoles
que a partir de ahora pueda existir una mayor comunicación entre ellas. O es
muy ilusa o es una cínica de primera división… Una cámara enfoca en primer
plano a Pamela y ésta anuncia a los telespectadores que, después de unos
minutos de publicidad, la próxima invitada explicará un testimonio desgarrador,
el verdadero calvario de su vida, un secreto fuertísimo…
-¿Preparada?- me pregunta la de los cascos. -En un minuto se abre la
puerta y recuerda que te sientas al lado de la niña bulímica.
-De acuerdo.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo... No sé si hay
virgen o no, o si hay cielo o vamos todos al infierno… Por si acaso me
encomiendo a la virgencita de los desamparados y ¡que sea lo que Dios quiera!
Tengo unas cosas... Ahora me voy a poner a pensar en lo divino y lo humano
cuando voy a explicar un “trolón” inmenso y me voy a saltar el mandamiento del
mentir y alguno más que ahora no recuerdo… El piloto rojo se ha encendido.
Pongo la misma cara que cuando me van a disparar el flash en las máquinas
de fotos instantáneas, inmóvil, sin pensar, no vaya a ser que me de la risa floja
y se vaya todo a tomar por saco. No tardarán mucho en abrirse las puertas del
plató. ¡Ya!, ¡allá voy! Tiene narices que para llegar hasta donde están las sillas
haya que subir un escaloncito que, como te distraigas, te pegas un morrazo
que entras con el pie izquierdo en el programa. ¡Joder!, ¡vaya aplauso!
Supongo que la culpa la tiene aquel barbudo que está estimulando al público
para que aplauda a rabiar. Ya sé que es un poquito falsillo, pero bueno, no me
va mal. Me siento protagonista y no me disgusta. Me coloco en un sofá de
cuero negro y presto atención a Pamela que está medio sentada en un
taburete de bar, de esos altos que te obligan a flexionar las piernas si no
quieres que te cuelguen.
-Hola Anastasia ¿Te parece que te llamemos así para preservar tu nombre
verdadero?
-Sí, me parece bien- he roto el fuego y, si no pienso en la trascendencia de
lo que estoy haciendo, todo irá como una seda.
-Tu vida ha sido un infierno desde los doce años, ¿no es cierto?
Explícanos.
La hora de la verdad. Trago saliva, hago como que me cuesta hablar y, casi
sin quererlo, se me llenan los ojos de lágrimas. Meto los dedos en mi mente
para que me den arcadas y vomite una historia real y creíble.
-Yo era una niña como otra cualquiera... Tenía doce años- balbuceo
demostrando inseguridad -Mi hermano, cinco años mayor que yo, vino
borracho aquella noche. Mis padres estaban en casa de unos vecinos
celebrando un cumpleaños y solo estábamos él y yo en casa.
-Tranquila Anastasia, seguro que es muy difícil para ti recordar lo que pasó
aquella noche, ¿verdad?
-Mucho, Pamela, mucho. Entró en mi cuarto... venía muy borracho… sus
ojos no parecían los suyos de verdad... parecía un lobo…
-¿Qué quieres decir, Anastasia, con eso de que parecía un lobo?- me doy
cuenta de que la presentadora me va marcando el camino para que no me
desvíe.
-Parecía fuera de sí. No era el hermano que yo había conocido de toda la
vida, divertido, alegre, jovial… Traía una mirada extraña.
-¿Qué pasó?- pregunta morbosa Pamela.
-Pues, todo empezó como un juego… Lo que pasa es que yo no quería
jugar... Casi sin darme tiempo a reaccionar se metió en mi cama y empezó a
acariciarme los pechos... Me da mucha vergüenza.... Bueno, la cosa es que yo
intenté decirle que parase, pero él era mucho más fuerte que yo y... siguió y
siguió...
Empiezo a llorar como una magdalena. No es que me haya metido en el
papel, es que me siento absurda y ridícula. Soy una mentirosa… Imagino que
alguien haya podido pasar por este calvario y conozca la patraña que estoy
haciendo delante de miles, millones de espectadores… Si tuviera dos gramos
de vergüenza me debería largar de este plató. Pero no lo hago y sigo pensando
que tengo un pincho en la garganta, lo que me permite no articular palabra y
gimotear como una imbécil rematada.
-Lo entendemos, Anastasia, ha tenido que ser muy duro. Eres una persona
muy valiente. Le pido al público un fuerte aplauso para reconocer tu valentía
por salir del pozo.
El plató estalla como si alguien hubiese marcado un gol. Incluso algún
descerebrado se pone de pie y chifla. Lamentable, de puta pena. No sé si dar
las gracias por el apoyo o confesarlo todo… decirle que más que una heroína
soy una interesada que hace el teatro que haga falta con tal de ganar mil euros
de forma fácil. ¡Todo por la pasta! Me vuelvo a sentir sucia, un poco puta, un
poco falsa. Me doy cuenta de que estoy traicionando mis principios. ¡Coño,
esto es una farsa sin sentido!
-Anastasia, para acabar- cuando escucho esto, veo el cielo abierto -¿Por
qué ahora?
-Mi hermano ha muerto- me surge un hipo de lo más oportuno-. El mes
pasado falleció en un accidente de tráfico. Por eso ahora me he visto con
fuerzas para contar mi historia.
Me vuelvo a hundir, lloro desconsoladamente, quiero que acabe el suplicio
cuanto antes. ¡Esto es una mierda! El público, ante tanta lágrima, se enardece
de nuevo y abre otro turno de aplausos. Me los miro y veo un espectáculo
penoso. Una primera fila de adolescentes que aplauden y se ríen entre ellos…
me doy cuenta de que esto es un circo. La gente no ve a las personas, ve a
unos personajes que sufren, como yo, que se pelean, como María Jesús y su
hija, que son raros, como la de las gafas negras… ¡doscientos gatos
disecados! ¡a quien se le ocurre! Esto es un circo. Pamela es la domadora que
nos sube encima de un taburete y nos pide que hagamos nuestra pirueta y el
público aplaude complaciente. Son dos segundos de gloria… Y luego esos
gilipollas de la primera fila volverán a su realidad, a su instituto, a sus bares y a
sus barrios, a sus miserias, y olvidarán para siempre a la infeliz que era violada
por su hermano. ¡Una mierda, una verdadera mierda! Nada tiene importancia…
Bueno sí. La tiene durante los cinco minutos de gloria, los cinco minutos que el
piloto rojo está encendido... Bianca tenía razón. Coge el cheque y corre,
mañana será otro día, saldrá el sol como siempre y mi realidad será la misma,
pero con mil euros en el bolsillo.
Pamela vuelve a decir a los televidentes que no se marchen aunque haya
publicidad porque después viene otro caso interesantísimo. La palabra me
hace gracia… Les detalla que analizarán el caso de una persona que ha podido
escapar de las sectas.
-Muy bien Anastasia, no... ¿como era?
-Puri, me llamo Puri.
-Muy bien, Puri, felicitaré a Bianca, es una gran profesional. Me manda
testimonios de primera. ¡Perfecto!
Golpecito en la espalda y a otra cosa mariposa. Se le da una sardinilla a la
foca y, como en el zoo, hasta la próxima sesión. La foca soy yo… ¿Que suena
fuerte? pues vale, pero es como me siento. Y en vez de sardinilla, cheque de
mil euros.
-Yo le corto la picha… es mi hermano y se la corto de un tajo, vaya si se la
corto-María Jesús hace el signo de las tijeras como si tuviera la salchicha allí
delante. -Tenías que haberlo hecho antes de que muriera. ¿Ahora de qué te
sirve? ¿de desahogo? Bueno, puede ser, pero ese tenía que haber acabado
con la polla a trozos y “enchironao”... Demasiado has aguantado, Feli,
demasiado...
-Puri, me llamo Puri.
-Tengo la cabeza perdida. Esta chiquilla mía me llevará a la tumba, lo que
yo te diga. Es que no me concentro… a veces voy a la cocina y pienso que
para qué he ido… Nada, que me voy para el comedor sin saber lo que
buscaba, me siento en el sofá y ¡toma!, entonces me acuerdo que he ido a por
un vaso de agua. Todo me empieza desde que tuve a la niña...
Desconecto, estoy agotada. Es más de lo que puedo aguantar. ¡Qué plasta
de vaca de los Picos de Europa! Menos mal que Pamela pide silencio. Va a
empezar el último testimonio. Tengo unas ganas horribles de terminar… Miro
de reojo el reloj y veo que son las ocho y cuarto. Mientras el señor bigotito
explica sus penurias en la secta, pienso en Manolo que debe estar al llegar a
casa. Le he dejado una nota de que iría tarde, corta y concisa; ni motivo ni más
explicación, es lo que hay. Espero que no le habrá dado por encender la tele,
¡no creo!... sería demasiada mala suerte que precisamente... Bueno, a veces
se repanchinga en el sofá y ve lo que hay sin prestar demasiada atención. Si
no hay fútbol, pues a lo mejor... Tarde o temprano se enterará. ¿O no? ¿por
qué se tiene que enterar? Mejor dicho, ¿para qué? Yo no se lo digo. También
pienso en Fernandito, ¡vaya panorama! Tres meses y sus padres peleados…
menuda carrera le espera al pobrecillo. Y si tiene que esperar a que la alegría
se la transmita su tía Fefi, va dado. Miro al señor del bigotito y, a pesar de
explicar todas las perrerías que le hicieron los cabritos de la secta, no pierde la
compostura. Ni una lágrima, ni una duda, parece que se haya empollado un
papel y lo recite como si fuera un presentador del telediario. La verdad, para
acabar el programa lo veo soso, yo no lo hubiese puesto de final de fiesta, ¡no
da pena ni nada! Joder, que los de la primera fila están bostezando, imagínate
la emoción… Llevo un par de horas en la tele y ya le estoy poniendo faltas.
Bueno, por fin Pamela despide el programa y yo salgo como una flecha para
afuera, a buscar a Fernandito. En los pasillos que antes estaban abarrotados
de gente ahora no hay ni Cristo, están desiertos… ¡Mierda! ¿dónde están el
niño y la Fefi? ¡A ésta la mato! Se me empieza a acelerar tanto el corazón que
parece una cafetera exprés. Pruebo primero en el lavabo porque a mi
hermanita parece que la han hecho con una vejiga más pequeña de lo normal.
Nada, no hay nadie. Miro por debajo de las puertas para asegurarme… nada
de nada. Además, no creo que hubiese metido al niño dentro del váter…
Bueno, creo que no sería capaz porque no cabe el carrito, que si no… Por ser
capaz es muy capaz. ¿Dónde se ha metido esta cateta con patas? No sé ni
dónde ir ni donde buscar. Veo que empieza a salir el público poniéndose los
abrigos. No hay nadie del programa ni de la productora ni de seguridad. Doy
vueltas como una tonta de aquí para allá y ni rastro de Fefi, ni de Fernandino,
ni del carrito.... ¡La madre que la parió! Me voy hacia la puerta para ver si ha
salido… ¿Dónde mierda se habrá metido la muy...? Le pregunto al “segurata” si
ha salido una chica con un carrito y me dice que no, que él lleva una hora de
turno y por allí no ha pasado ningún carrito ni ningún niño pequeño. Le pido
consejo y le suplico que alguien me acompañe a buscarlos. Me dice que él no
puede abandonar la salida, pero que no me preocupe, que con el “walki”
pregunta a las azafatas del plató o a alguna administrativa de oficinas por si
saben algo. Da el aviso y todas las respuestas son negativas. Yo estoy que si
me pinchan me sacan anís del mono. Viene una azafata de plató y se ofrece a
dar una vuelta por el edificio. Entramos en despachos y salas y nada de nada.
Subimos al primer piso… más salas con monitores, salas de reuniones,
pasillos, lavabos de la planta, despacho de dirección… Nada, ni rastro. Las
piernas me empiezan a fallar. Entre los nervios de la entrevista y el susto que
llevo encima no sé si podré aguantar más. Le pido a la azafata descansar un
minuto en un pequeño banco del pasillo porque temo caerme en redondo.
Empiezo a sudar a lo bestia, la chica se ofrece para ir a buscarme un zumo y
me dice que puede ser una pequeña bajada de azúcar debido a los nervios. Me
deja sola y se va en busca del zumo. ¡Esto es desesperante! Medio mareada y
sin mi hijo… esto sí que es digno de explicárselo a Pamela, y no la patraña de
mi hermano violador... ¡¡Me cago en la madre que nos parió!! ¡a Fefi y a mí por
confiar en la Fefi! Me levanto como una loca y bajo las escaleras de tres en
tres. Una vez en la planta baja busco la salida al jardín exterior. ¡Hostia!, ¿por
dónde se sale? Corro a derecha e izquierda buscando el vidrio que ceda y que
dé acceso al exterior… nada, en este pasillo no está. Giro a la derecha y allí
veo una puerta. Corro desesperada y veo a mi hermanita ¡me cago en mi
hermanita! jugueteando con el niño en el césped.
-¿Ya has acabado, Puri?- me pregunta con esa eterna cara de boba. No le
pego un sopapo porque está aguantando al niño, pero se lo quito sin ningún
miramiento.
-¿Tú eres gilipollas, verdad? ¡No eres más tonta porque no te entrenas!
¡Vaya susto me has dado, pedazo de cabrona! Ay, mi Fernandito, ¿cómo está
mi chiquitín? ¡Ay, qué guapo es mi niño y cuánto lo quiere su mamá! Tendrás
frío aquí afuera, ¿verdad, Fernandito mío? La desalmada de tu tía no ha
pensado ni en ponerte la chaqueta que llevas en la bolsa… ¡Ay, qué cabeza la
de tu tía Fefi! Todo lo que le falta de cabeza le sobra de “chichi”…
-¿Estás enfadada, Puri?- me pregunta como si estuviera en otra película.
-A ti, Fefi, ¿qué te parece? ¿Qué tal verías que cuándo salieras del plató no
tuvieras noticia de tus seres queridos? Que no supieras si se han ido, si se han
evaporado, si los ha raptado la mafia... ¿Qué pensarías, “chochona”?
-El niño no paraba de llorar y he pensado...
-¿Pensado? Tú que sabrás lo que es eso....
-Perdona, pero es que lloraba mucho.
-¿Lloraba? ¡Ay, mi Fernandito! Ya está aquí la mama, ya ha pasado todo, ya
estás seguro. Venga, coge el carro y vámonos que es tardísimo. Ya
hablaremos tú y yo...
-Vale.
Entramos de nuevo en el edificio. Meto la directa y empezamos a correr a
todo trapo para la salida. ¡Mierda, mierda, mierda! ¡casi las nueve y media!
Vamos, a ver si por lo menos para las diez estamos en casita. ¡Ay, mi Manolo!
yo creo que esta noche rompe su silencio, ¡vaya si lo rompe! Cuando paso por
debajo del arco de seguridad y le doy las gracias al “segurata” por las molestias
me doy cuenta de que no me han pagado. Todos los nervios que he pasado y
ahora me voy sin cobrar… ¡Olé la Puri! mintiendo por amor al arte… ¡sí señora!
Pero, ¿adónde voy? ¿a quién se lo pido? Suerte. Veo que Pamela también se
dirige a la puerta. Estoy salvada…
-Fefi, Fefita, te lo digo bien clarito: ¡no te muevas de aquí hasta que yo no
vuelva! Ni que caiga un rayo, ni que se caiga el edificio a cachos, ni que lo
desalojen los bomberos… ¡De aquí no te mueves! ¿de acuerdo? Como te
muevas te doy una hostia que te arranco la cabeza.
-Vale- responde mi hermanita sin cambiar el semblante. Mis chillidos se los
pasa por el culo.
-¿De acuerdo?- le repito buscando que se espabile una “mijita”.
-De acuerdo- vuelve a responder sin mucho convencimiento.
Me sabe mal hablar así a mi hermana, pero es que me ha dado un susto de
los que acaban en infarto. Me voy para Pamela y, casi sin mediar palabra, le
pregunto que dónde está mi chequecito. Ella me responde que no lleva el pago
de los entrevistados. Según me dice es cosa de un tal Sr. Rodríguez. No sabe
si está todavía en el edificio, que lo busque en la primera planta. Me informa
que allí tiene su despacho, que busque su nombre en las puertas de la
derecha. Le agradezco la información, le doy dos besos de cortesía y nos
despedimos. Vuelvo a poner la velocidad de crucero en mis piernas y ¡a por el
Rodríguez de las narices! Me voy a currar los mil euritos a base de bien. Sí,
aquí está, “Sr. Rodríguez. Secretario Delegado”. ¡Éste es mi hombre! Pico a la
puerta dos veces y, sin esperar demasiado, la abro.
-¿Sí?- me responde una especie de clon de Sadam Hussein que está
fumándose un purazo de metro y medio. -¿Qué desea?
-Soy Puri Llamas. Acabo de salir en el programa de Pamela y...
-Claro, quiere su dinero. Sí, ya he liquidado a todos sus compañeros de
programa y no sabíamos dónde se había metido. Si no hubiese venido a
buscarlo se lo hubiera dado a Bianca para que se lo entregase.
-Ha sido una larga historia...
-Bueno, entonces, ahora mismo le hago el cheque de ochocientos euros.
Espere que encuentre mi chequera... Y un momento, que le entrego el
comprobante para que me lo firme.
-¿Cómo ha dicho? ¿Ochocientos euros? Ni hablar, Bianca me habló de mil
euros.
-¿Mil euros? Debe de haber un error… Mil euros no, yo nunca hablé de esta
cantidad con ella… No, debe ser un error. Lo que pagamos en este programa
son ochocientos.
-Mire, Sr. Rodríguez, estoy destrozada, son casi las nueve de la noche, he
pasado muchos nervios en ese plató y ahora no me guinda usted doscientos
euros porque no me sale de allí, ¿entendido?- se me ha soltado la lengua y
estoy dispuesta a estrangular a este capullo como no me dé lo que me
prometió Bianca.
-Pero entienda, Puri, que yo no soy quien establece las retribuciones de los
invitados.
-Yo no tengo que entender nada, me importa un bledo si hay un error o si
usted no es quien establece las retribuciones… me importa bien poco…
¡Quiero mis mil euros! O me los da o me voy a la comisaría más próxima a
poner una denuncia por estafa.
-Puri, no pierdas los nervios…- ahora me tutea el muy chorizo-. Venga,
novecientos euros y ni para ti ni para mí. ¿De acuerdo?
-¡Mil euros!, ¡ni uno más ni uno menos! Tú mismo, si quieres tener
problemas con Puri Llamas los tendrás. Yo a las buenas soy una santa, pero a
las malas te arranco las uñas una a una… ¡que lo sepas!
Saca la chequera de un bolsillo de su chaqueta y, con una velocidad
pasmosa, extiende el cheque. Me lo tira encima de la mesa con todo el
desprecio del mundo. Le pego un vistazo rápido y veo la cantidad que quería
ver. Firmo el comprobante, con una firma falsa, por si acaso. Me doy media
vuelta y, antes de abandonar el despacho, me atrevo.
-Imagino que tendrá fondos. Si no, tendrá noticias mías.
No espero que me responda. ¡Joder!, me siento importante, me ha subido
la moral de golpe… No hay como acojonar a un sinvergüenza que te quiere
timar por el morro. Pensaría el cabrito que como ya era tarde, como soy una
pobre chica con un niño pequeño esperando, como estaba más cansada que
una burra vieja, como tenía pinta de pardilla que viene a la tele por primera vez,
pues si me trincaba doscientos eurillos para dar una alegría a su cuerpo, quién
los iba a echar en falta…
¡Tú te lo vales! ¿Quién te lo iba a decir? Delante de una cámara, ¡sí señora!
¡con dos bemoles! ¿Mentir? Venga ya, ¿quién no dice cuatro trolillas en esta
vida? ¿Cómo eran...? ¡Mentiras piadosas! Cuando Puri saca la casta no hay
quien pueda con ella. Y vigila porque hay mucho enteradillo y aprovechado en
este mundo. El que no corre vuela, que tú eres demasiado buena… No te dejes
comer el terreno que luego cuesta mucho recuperar lo perdido.
- Capítulo 7 -
A QUE ME LIO…
Suena el teléfono. Hace un pitido más raro que el copón, parece que tenga
la gripe… Con lo bonito que era el “ring-ring”...
-¿Sí?- contesto medio adormilada, mientras miro de reojo y veo que son las
nueve y media de la mañana.
-Puri, ¡ya era hora! Te llamé ayer por la noche un montón de veces y “nastic
de plastic”- la voz corresponde a Marisa, una de mis amigas del barrio.
-No estaba en casa, había quedado y se me hizo tarde…
-Mira como es tu Manolo que no quiso decirme dónde estabas. Fíjate que
me dijo que no lo sabía… Es reservado el muy puñetero, ¡lo tienes bien
enseñado!
-Ya, ya- asentí siguiendo la corriente para no meterme en aguas
pantanosas.
-Oye, que te llamé porque te vi por televisión.
Me quedo “flasheada”, no digo nada. Había pensado, para escurrir el bulto
si alguien me descubría, explicar que la que vieron por la tele debía ser una
doble, pero me da cierto reparo que me pillen. No sé, no sé...
-Una tía clavadita a ti… La vi en un programa nuevo, “Citas con Pamela” o
algo así, en “Telecinco”. La pava fue al programa a explicar que la había
violado su hermano, ¡un dramón! Si no es porque te conozco y sé que no
tienes ningún hermano, firmo delante de quien haga falta que eras tú- suelta
una carcajada. -Qué parecido, tía, ¡clavadita clavadita!
-¿Ah, sí?- respondo con alivio.
-Tu mismita cara, coño; parecía una fotocopia… tu pelo, todo, pero todito
todo… ¡joder!, tu mismo tono de voz, una doble tuya. Lo que te digo, clavadita
clavadita. Es que me parecía increíble...
-¿Ah, sí? ¿De dónde era?- pregunto, interesada en mi doble, para seguir la
corriente.
-No sé, no me digas, no estuve atenta al principio... o ¡calla!, no sé si lo
dijo… Oye, la tía se pasó media entrevista llorando como una magdalena...
¡Qué parecido, Puri, la hostia!
-¡Lástima que no la pude ver!- sigo con el despiste. -¿A qué hora dices que
salió?
-Pues... serían las ocho y media o así.
-Hay quien dice que todos tenemos un doble en alguna parte del mundo. La
mía salió ayer en la tele y yo no me he enterado…
-¿No te habré despertado?- dice Marisa cambiando de tercio.
-No, no, ya estaba haciendo faena- respondo escondiendo la verdadera
realidad.
Entre amas de casa es un pecado muy grave estar en la cama a partir de
las nueve de la mañana. La hora en que los niños entran al colegio es el límite.
-¿Me invitas a un café esta tarde y nos contamos nuestras cosas?
-Imposible, Marisa, tengo un compromiso.
-Joder, Puri, si que estás ocupada últimamente… ¿no tendrás un “noviete”
por ahí?- insinúa la muy tontorrona.
-Marisa, tú ves muchas telenovelas.
-Sí, sí, pero ayer eran las nueve de la noche y estabas por ahí de picos
pardos.
-Con un niño de tres meses se liga que te cagas...- intento cortar de raíz la
sospecha.
-Será la tapadera perfecta.
-Venga, Marisa, menos lobos… Deja de ver los culebrones de la tele que te
afectan el cerebro de calenturienta que tienes.
-Cuando tengas un hueco en tu agenda me avisas, sosa...
-Adiós.
Una persona clavadita a ti, una doble en cualquier parte del mundo, tu
misma voz… Yo no sé cómo saldré de este embrollo. Para mí que al final me
pillarán, pero mientras... La peña no es tonta y el rollito de la doble no sé si va a
colar. Porque Marisa es más corta que las mangas de un chaleco, pero a la
que haya visto el programa alguien más largo voy a tener que confesar.
No perdono mi “colacao”, el alimento de los campeones… ya me va bien
para ponerme un poquito en funcionamiento. Después voy a ir al banco a
abrirme una cuenta y meter el cheque. No me acabo de fiar del cabrón de la
tele. ¡Voy a abrir mi cuenta, que yo me lo valgo! Lo he sudado y lo he llorado,
por lo tanto lo disfruto yo y nadie más que yo. Que alguien me llame egoísta,
¿pasa algo?
Fernandito sigue en silencio, desde las cuatro que le di su mamada que no
se mueve. Supongo que estará reventado de la tarde televisiva. Me entra mala
conciencia cuando pienso en mi hermana Fefi. La atraco a mano armada, me la
llevo a la tele, me cuida al pequeñín toda la tarde y solo hago que pegarle
gritos y meterle broncas. Si Fefi no fuese como es me habría enviado a la
mierda ya hace tiempo. Tengo que tener un detalle con ella.
Me pego una duchita, jaboncito por aquí, jaboncito por allá... ¡Me cago en la
leche, otra vez el teléfono! Voy a tener que buscar una secretaria. Al final me
despertarán a Fernandito. Me seco a toda pastilla pero no llego… cinco “rings”
y salta el contestador. Estoy en pelotas, sentada en el comedor, medio mojada,
compuesta y sin novio. Cojo el teléfono y una tía que no conozco de nada pero
que se ha metido en mi teléfono para siempre me dice: -Tiene un mensaje
nuevo, si quiere escucharlo marque uno, si quiere guardarlo marque dos, si
quiere contestar pulse asterisco-... ¡Venga, coño!, que hay que ser ingeniero
en telecomunicaciones para escuchar el mensajito de las narices… ¡Espabila,
que no tengo toda la mañana!
-Puri, soy tu cuñada Pepa. Te he visto en la tele, ¡qué pasada! Qué calladito
que te lo tenías, jodía... Bueno, que no me gusta nada hablarle a una máquina,
a saber quien está escuchando el teléfono... Cuando tengas un ratito,
llámame.
Pepa es la hermana de Manolo, la mayor. Solterona y sin pareja legal
establecida. Hippie, liberal, sin pelos en la lengua. Siempre hemos tenido un
“feeling” especial… no sé, me cae muy bien. Tiene una apariencia muy seria,
muy puesta, pero a la que la conoces es un trozo de pan. Conmigo siempre ha
demostrado mucha confianza, además tenemos un feminismo muy exaltado las
dos y a su hermano, de tanto en tanto, le pega unos buenos repasos de los que
yo me aprovecho. Manolo ha sido siempre el niño, el pequeñín, y su madre se
lo ha consentido todo. Pepa le lleva cuatro años. Siempre ha sido la
responsable de la familia y el nene el despreocupado. Tiene un salón de
belleza donde me quito todos los pelos que me sobran y me pongo alguna que
otra mascarilla para que no me salgan las arrugas antes de tiempo. ¡Mujer
previsora vale por dos!
Me ha entrado pánico cuando he escuchado su mensaje. Pepa me ha
pillado, ¡vaya si me ha pillado! De pleno. El tono de voz no admite dudas.
Suerte que es una tía cojonuda y no va a ir esparciéndolo por ahí, ni siquiera a
Manolo… Seguro que es una tumba. Espero que sea una tumba, si no...
Oigo ronronear a Fernandito en su cuna. Voy a buscarlo… ¡Qué guapo es!
¡Mira mi chiquitín como se levanta de contento!, y eso que está meado hasta
arriba… ¡Ay, mi “chiquirritín, queridin, queridito del alma”! Es tan bueno y le
quiero tanto... Le cambio el pañalito, le pongo guapito, un poco de colonia y
¡venga! ¡a desayunar, pichoncito mío!
¡Maldito teléfono! otra vez… ¡Esto es un no parar! Lo dicho, una
secretaria… De momento con los mil euros no me llega, pero todo se andará.
-Hija mía, ¿cómo estás?- escucho la voz de mi madre y me quedo
petrificada.
-¡Hola “mamuchi”!- intento despistar lo que puedo- Bien, estoy bien… ahora
mismo dándole de mamar a Fernandito.
-¿Cómo está mi “nietecillo”? ¿Come?- me pega unos gritos por teléfono que
ni que estuviera sorda como una tapia.
-Hecho un campeón, mama que te mama. Me tiene consumida, es un
“tragoncete” de cuidado.
-Mejor así, que si te hubiese pasado como con Fefi, que no me engordaba
nada... Oye, por cierto, ¿dónde estuviste con tu hermana ayer por la tarde?-
tierra trágame, pienso. -Me dijo que estuviste en la televisión. Y yo pensé, ¿tu
hermana en la televisión? Pero como para sacarle una palabra hay que llamar
a la guardia civil… pues me he dicho, “llama a la Puri que acabarás antes”...
Fefi, genio y figura hasta la sepultura. Mira que se lo dije, “no le digas nada
a mamá, que luego se preocupa por todo y no duerme, que le entran los
nervios y tiene que hartarse de pastillas para dormir”… Pues ¡mierda!, como
quien oye llover...
-No, nada... que tengo una amiga que trabaja en la televisión... Seguro que
te acuerdas de Blanca…
-¿La de los testigos de Jehová?- ¡Bingo! Y luego dice la tía que está
perdiendo memoria.
-La misma. Pues nos invitó a un programa.
-Pero ¿llegasteis muy tarde, no?- ella sigue a lo suyo.
-Bueno, se alargó un poquito…
-Tu hermana todavía está durmiendo. Tenemos que hacer algo con esta
cría- empieza a lloriquear. -¡No hace nada!, no busca trabajo, lo de estudiar ya
sabes que le salió rana…Pero es que está todo el día tumbada y con unos
amigos que no me gustan nada. Solo hace que leer tebeos de esos raros y
escuchar música que le revienta a una los tímpanos. A ver si te haces un poco
cargo de ella, que a mí no me hace ningún caso.
¡Pues anda que a mí me hace mucho! Este encarguito no es nuevo. De vez
en cuando mi madre dimite, se harta de Fefi y me carga el muerto. Me nace
una hija de veinte tacos como quien no quiere la cosa. Ahora me toca a mí
enderezar lo que mis padres no han podido en todo ese tiempo. ¡Venga Puri!
¡ánimo, “superwoman”! ¡misión Fefi, misión imposible! Claro, como no tengo yo
faena con Fernandito...
-No te preocupes, mamá, ya hablaré con ella- la tranquilizo con una ración
de mentiras piadosas. -Bueno, te dejo “mamuchi”, que tengo que salir a
comprar.
-Gracias hija, si no fuese por ti… Es que una ya no vale nada...
¡Alto! Cuando empieza así, malo. Empieza con la diarrea de lamentos y
puede durar una hora por lo bajo. Vale que ha llamado ella, pero mejor dar el
cerrojazo.
-Venga, mamá, ¡no seas tonta! Que todavía tienes que dar mucha guerra.
Bueno, te dejo. ¡Ciao!
-¿Qué me has dicho?- me pregunta sorprendida.
-Adiós.
-Ah, vale… Pues adiós.
Me vienen ganas de verme por la tele. Me dejé el video programado…
Suerte que Manolo no ha debido reparar, si no era capaz de quemarme la
cinta. Aprieto, play... y, como no, ¡anuncios! Paso para adelante, ahí está
Pamela al principio, la parejita, la rara, el dúo de la mamá con su niña…
¡Uuuuy! que viene, ¡ahí estoy yo!... ¡Qué fea!, ¡vaya cara de pan! Me quedo
embobada viéndome. ¡Joder!, ¡que no me reconozco! Que me he visto en los
videos familiares y ya me cuesta reconocerme, pero por la tele parezco esa
doble que dice Marisa. Pues casi siete minutillos que me casqué en escena,
¡no está nada mal!
¡Toma!, ahora suena el móvil… Menos mal que Fernandito está entretenido
en el moisés con un muñequito de trapo que lo hipnotiza.
- Felicidades, Puri, ¡vaya exitazo!- es la voz de una Bianca resucitada
después de su informalidad.
-No será para tanto, Bianca.
-¡Lo hiciste muy bien! No te lo digo por hacerte la pelota… Totalmente
creíble, muy buena representación…
-¿Seguro?- pregunto todavía indecisa.
-¡Muy bien, muy bien! “Bianca Productions” te felicita efusivamente y te
quiere fichar en exclusiva.
-¿Fichar? Venga, Bianca, deja de decir tonterías...
-¿Tonterías? Esto no ha hecho más que empezar. Tu espectacular carrera
hacia el estrellato empieza hoy. El programa de Pamela sólo ha sido un
aperitivo… Nuestra empresa confía en ti. Mi socio madrileño y yo hemos visto
el vídeo esta mañana, y nos pareces un diamante en bruto.
Me sube toda la bilirrubina de golpe. Yo pensaba que lo de la carrera
televisiva era una memez como un templo egipcio y resulta que Bianca me
sigue guardando sorpresas.
-Supongo... que puedo seguir contando contigo, Puri…
-Pues, depende...
-¿Depende?
-No sé, Bianca. Es que esto creo que no es lo mío. Lo pasé muy mal y no sé
si al final compensa. En algunos momentos me sentí muy sucia, mentirosa,
fuera de sitio.
-No digas tonterías, piensa en los mil euros que te ganaste por trabajar dos
horillas. Venga, déjate de moralinas tontas y ridículas.
-No son tonterías. El mal rollo que tengo con Manolo, el miedo a que me
descubran las vecinas, mi familia, la mala conciencia...
-Puri, eso es porque es la primera vez. Luego verás como es coser y cantar.
¡Venga, anímate! Tengo tres cosas en puertas pensadas para ti. La última es
una bomba, pero no te quiero vender la piel del oso hasta que no lo cace. Que
luego te quedas con la miel en los labios y jode mucho.
-¿Qué quieres decir Bianca, cuando dices que es una bomba? Me
asustas…
-Un bombazo, una cosa de tronío. Échale, por lo bajo, treinta y seis mil
euritos.
-¡Qué dices, loca! ¡Seis millones de pelas!- respondo sin salir de mi
asombro.
-De momento no te he dicho nada, bórralo… Es sólo una posibilidad.
Es una hija de la gran, gran, gran puta, con todas las de la ley. Y tanto que
me pone la miel en los labios… Si sólo fuese la miel, ¡seis millones de pesetas!
¡Joder con la tentación! De todas formas, pienso que nadie te da ese dinero por
nada. Si para mil euros tuve que mentir como una cosaca ¿qué será lo de los
seis “milloncetes”? Bueno, de momento le haré caso, lo borraré. ¡Si puedo! Es
una cifra para quitarte el hipo, el sueño y un montón de problemas…
-Empecemos por lo seguro. Esto que te planteo ahora ya está listo para tu
“okey”. Tiene un pequeño problema, pero creo que el esfuerzo merece la
pena.
-Tú y tus misterios… ¿De qué problema y de qué esfuerzo me hablas?
-Hay que desplazarse.
-Imposible- contesto tajante.
¡“Ande” voy con mi Fernandito por esos mundos de Dios! ¿Cómo se lo
explico a Manolo? No está el horno para bollos...
-No, no, Bianca, es imposible.
-Nada es imposible, todo tiene remedio menos la muerte. Puri, escúchame y
luego hablas, ¿vale?
-Vale, pero...
-¡Cállate y escucha bien!- me espeta con impaciencia. -No tengo todo el
tiempo del mundo. Las dos cosas que te puedo ofrecer son: la primera en
Sevilla, el martes que viene, una cosita muy parecida a lo que hiciste ayer… y
la segunda historia es jueves y viernes en Madrid, en los estudios “Valverde”.
Es un programa en el que un chico elige entre dos mujeres, se queda con una
y comparte una cena.
-¡Bianca, estoy casada!- le canto, súper ofendida.
-Puri, ¿te lo tengo que volver a explicar? Joder, eres un poquito corta…
¡Teatro, puro teatro! Es una representación delante de las cámaras…
Después, cuando se apaga el piloto tú sigues casada, yo sigo soltera y el
pánfilo que tiene que elegir, pues se queda como está. ¿Te enteras?
-Bueno, bueno, no te pongas así… Es que dicho así es una cosa y, claro...
-Sería pasar una semana fuera de casa. No te preocupes por los
alojamientos, yo te buscaré donde pasar la noche en Sevilla, y en Madrid te
dejo mi casa. Viajas en avión y te pueden quedar, por las dos actuaciones,
unos seis mil euros. Todavía estoy negociando con el segundo programa… Si
fueras la elegida por el macho de turno tendrías opción a un reportaje de la
cena donde os conoceríais mejor y alguna otra martingala que yo creo que te
sumaría mil o dos mil euros más.
No salgo de mi asombro. No me ha bajado todavía el “subidón” del
programa de Pamela, no he podido ni disfrutar de los mil eurillos conquistados
y ya tengo a Bianca otra vez a la carga. Bianca, la de los calcetines marrones…
Debe de ser pariente del tío Gilito, ¡qué manera de manejar pasta! Me parece
que tendré que encargar los baúles de la “Piquer”… No es una cosita para
despreciar… Si los mil euros me pueden servir para algún caprichito y tapar
agujerillos, los seis mil euros me pueden dar para lustrar todo un tabique. Lo de
Sevilla ya lo tengo por la mano y no me asusta demasiado, repetir el rollo
y...¡cobrando que es gerundio! Además, con la ilusión que tenía yo por ver
Sevilla… ¡Dios mío! ¡qué pasada! Mi Torre del Oro, mi parque de María Luisa,
dar un paseo en calesa como una señorona… Ese lujo se lo lleva mi cuerpo
serrano como que me llamo Puri. Lo que me huele peor es lo de Madrid. Eso
de ligotear con un desconocido… ni que sea teatro. ¡Jo! que una tiene sus
principios… Aunque desde que apareció la Bianquita en mi vida, cada vez son
más... finales. Pero ya lo dice el refrán, el que algo quiere algo le cuesta. Sí,
Puri, que solo es teatro… ¿No te lo ha dicho Bianca? Un tontear, un hacerse la
interesante y no creo que haga falta más. Si no, me niego… Que una es muy
honrada y muy fiel. Pero bueno... No sé, por mucho que me tranquilice yo
misma y que me mentalice de que no es nada, me da bastante mal rollo. Temo
decirle que no a Bianca y que se busque otra. En esta vida dejas pasar el tren y
se sube el que viene detrás. ¡Coño, Puri! ¿se te ha ido la castaña? ¡Que son
seis mil euros!, ¡no es moco de pavo! Mierda, otra vez entre la espada y la
pared.
-¿Qué? ¿Cuento contigo?- me pregunta la muy guarra, presionando como la
primera vez. Como si fuese apuntarse a la barbacoa del domingo o a una fiesta
de disfraces de carnaval.
-No sé, Bianca… Es que una semana... tendré que llevar a Fernandito...
-Te aviso… Tienes que pensar que en el programa del jueves, “Dos por
Uno”, estarás todo el día en unos estudios que simulan un chalet de la sierra de
Madrid, lleno de cámaras, sin contacto con el exterior
-¿Cómo lo voy a destetar en una semana, Bianca?
¡Ay, mi niño! ¿Cómo le voy a explicar que la teta de su madre se ha fugado
por exigencias del guión? Serás mala madre… Todo por seis mil cochinos
euros… ¡Materialista, egoísta y todo lo que acabe en “ista”!
-En una semana tienes tiempo de sobra, mujer- habló la experta en
puericultura. -Joder, todos los problemas que yo tengo fueran esos… Puri,
venga, espabila. En esta vida no hay tiempo de mirarse el ombligo, a la que te
paras te arrean una colleja. Deja de pensarte tanto las cosas. No te quiero
presionar- ya me lo ha dicho dos o tres veces y no se lo cree ni ella, - pero veo
que tienes posibilidades y estás mirándote al espejo como una pava. Perdona
por la sinceridad…
Pava lo serás tú, ¡gilipollas! Claro, la reina fashion no tiene ninguna criatura
a su cargo y ve mis preocupaciones como pamplinadas… ¡Ya la querría ver en
mi lugar! Además, todo el tiempo estoy pensando en Manolo… ¿Quién coño le
explica la excursioncita? Si por una escapadita de una tarde un poco más y
provoca la tercera guerra mundial, ahora dile que te piras una semanita.
Además, a ligarte a un fulano… Purita, que tienes que echarle más valor que
Jesulín de Ubrique. Que no Puri, que la que tiene que decidir eres tú. Olvídate
de todo y piensa en ti, ¡leche! Lo que quieras, pero todo esto me da mucho
miedo.
-¿Saco los billetes de avión?- arrechucha la loba.
-Supongo que no hay tiempo para consultas- le suplico inútilmente.
-No, Puri. Tengo que cubrirme las espaldas. Yo trabajo a comisión, no te
voy a engañar. Y si tú no vas tengo que moverme, porque a mí no me esperan.
Les importa una mierda si dudan mis contactos o si tienen niños o si sale el sol
por Antequera. No quieren excusas, buscan a otra que les suministre el género
y punto.
Me cuesta dar un sí o un no. “Sí” es igual a riesgo, dolor de cabeza, tensión,
pero también a reto, a salir de una vida más aburrida que un telediario. Quiero
ver el parque de María Luisa y quiero tener una vida holgada, comprar gambas
de las buenas para el domingo, y no tener que ir siempre mirando hasta el
último céntimo Me siento protagonista, importante por mí misma. No soy la
señora de tal o la hija de cual… soy yo, la Puri. Pues digo sí y ya está, ¡a la
mierda! “No” equivale a comer “pollo a l’ast” los domingos, a engordar el culo
en el sofá viendo culebrones donde vivo la vida de los demás, a sentirme
buena madre y perfecta esposa, a saber lo que haré los próximos quince días ,
a tenerlo todo en orden , a tener contento a mi Manolo. Pues digo que no y ya
está, ¡a la mierda!
-¿Te espero el lunes a las diez de la mañana en el aeropuerto?- suena a
última llamada del vuelo.
-¿Puedo llevarme al niño y a la canguro?- pregunto inocente.
-Si te lo pagas tú, llévate un regimiento de infantería- la bromita no me hace
ni puta gracia, pero ya me voy dando cuenta de que esto es un negocio y que
hace muchos años que se murió la madre Teresa de Calcuta. -Las cifras que
yo te he dado son para ti, a mí me pagan el desplazamiento del invitado. Si tú
quieres llevar a un canguro y a tu Fernandito, los billetes los pagas tú. Yo te
saco los que tú me digas, pero yo solo me hago cargo del tuyo. Las cuentas
claras y el chocolate espeso, ¿de acuerdo? Luego no quiero malos rollos…
-Perfecto- me hago la orgullosa.
-¿El lunes a las diez?
-El lunes a las diez, la canguro, Fernandito y yo.
-Puri, tienes unos cojones bien puestos.
-Ya- respondo, harta de que me de la palmadita cuando le hago el caldo
gordo.
Cuando cuelgo el móvil me empiezan a temblar las piernas, menos mal que
estoy sentada en el sofá… ¡Buaaaah! ¡Vaya follón! ¡vaya embolado! Vaya fin
de semana que me queda por delante… El lunes a las diez en el aeropuerto.
¡Me cago en la leche, me cago en la leche y me vuelvo a cagar en la leche!
Puri, ponte el cinturón de seguridad, pero no el del avión que ese es fácil,
un clic y ya está. Ponte el de la vida, que luego pegan un frenazo, sales por la
ventana y te rompes la crisma. Cúbrete, Puri, no te vayas a quedar con el culo
al aire.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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